REFLEXIÓN DOMINICAL

Me parece importante recordar que en el ritmo de la Liturgia de la Iglesia Católica se está celebrando el tiempo de la Pascua.

Los domingos que se extienden desde la Pascua de la Resurrección hasta Pentecostés son como un solo día de fiesta, “un largo y gran domingo, que los cristianos celebran con gran júbilo.

Es sobre todo durante el Tiempo Pascual cuando los cristianos celebran el gran júbilo de la Resurrección. Los sacramentos que se celebran durante estos cincuenta días hacen sentir cerca de los apóstoles, que, con María, están en el cenáculo, reunidos en oración.

Durante todo el Tiempo Pascual, de modo muy especial se canta el Aleluya. Es el canto pascual por excelencia, que no basta con rezar, sino que es necesario cantarlo, cantarlo repetida e insistentemente para que tenga todo su eco de júbilo y esplendor pascual. El Aleluya es un canto de alabanza, una aclamación proveniente del judaísmo y que desde los tiempos de Jesús aún canta hoy la liturgia cristiana.

Hoy, para los creyentes, el Aleluya es la expresión de la alegría pascual, por eso no se deja de cantar en las celebraciones litúrgicas.

Pascua es el tiempo que ayuda a crecer más en la fe ya que se celebra lo que se cree: que Jesús resucitó y que los que creen en Él también resucitarán. Éste es el núcleo más profundo de la fe cristiana, creer que en el Calvario murió la muerte para que la vida continúe por siempre. No fue fácil creer en la Resurrección; al principio hubo una gran confusión. A los mismos apóstoles que vieron el sepulcro vacío y escucharon las palabras de María Magdalena les costó creer, y no creyeron del todo, como en el caso de Tomás, hasta que vieron al Señor Resucitado. Aún hoy existe la confusión y la duda para los no creyentes y, quizá también para muchos creyentes, “dichosos los que creen sin haber visto”.

Se puede orar con las palabras de la oración de la misa: “Dios de eterna misericordia, que reanimas la fe de este pueblo a ti consagrado con la celebración anual de las fiestas pascuales, aumenta en nosotros los dones de tu gracia, para que todos comprendamos mejor la excelencia del bautismo que nos ha purificado, la grandeza del Espíritu que nos ha regenerado y el precio de la Sangre que nos ha redimido”.

Que la alegría del Señor Resucitado fortalezca a todos ustedes.