AMLO se burla de Eugenio

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El viernes pasado en Cuernavaca, Morelos, López Obrador volvió a hablar de Tamaulipas. 

Desafortunadamente para los tamaulipecos, el Presidente no habló de apoyar al estado con recursos médicos para combatir la pandemia. 

Tampoco habló de cómo repondrá la pérdida de empleos y nuevas inversiones en la entidad por la cancelación que impuso de los proyectos de energías renovables como los parques eólicos.

AMLO dejó pasar también la oportunidad para referirse a la falta de apoyos a los micro y medianos empresarios tamaulipecos, quienes se ven obligados a cerrar sus negocios mientras el SAT los acosa con el cobro de impuestos.

El Presidente ni siquiera se refirió a los reclamos por el aumento desproporcionado de los recibos de luz, y mucho menos a las jugosas ganancias de la CFE por el concepto de reconexión del servicio a los hogares, que no tienen dinero para cumplir a tiempo con los cobros onerosos. 

En cambio, de lo que sí habló el mandatario fue del fraude electoral de la elección presidencial de 2006, y de la famosa llamada de Elba Esther Gordillo a Eugenio Hernández, entonces gobernador, para operar en favor de Felipe Calderón y en detrimento de Andrés Manuel. 

AMLO habla del pasado porque le incomoda el presente. Prefiere recordar hazañas remotas porque no tiene respuestas para los problemas que enfrenta hoy el país. 

Por eso ya no es extraño que el Presidente se salga por la tangente y prefiera hablar de sus prioridades electorales en lugar de las necesidades que padecen sus gobernados.

López Obrador recordó en su mañanera a Elba Esther y Eugenio (a quien se refirió como el señor Hernández), y dijo que le harían un gran bien a la nación que relatarán como se fraguó el fraude electoral del 2 de julio de 2006, en el que la entonces líder sindical y el ex gobernador participaron. 

Incluso el Presidente volteó con Sánchez Cordero, quien se encontraba sentada a un costado, y le preguntó si no existe una figura de testigo protegido, a lo que la Secretaria de Gobernación le respondió que solo en delitos de crimen organizado. Ah bien, bien, contestó AMLO. 

En su mensaje, López Obrador se burla del Sr. Hernández, a quien le pide que hable, que de su versión de lo ocurrido, que cuente su historia. 

En otras palabras, que se reconozca como criminal, como un corrupto, como un mapache electoral que formó parte de la mafia del poder que ayudó a evitar que AMLO llegara a la presidencia hace 14 años. 

Todo eso, dice el Presidente, a cambio de paz mental, para que el Sr. Hernández libere su conciencia.

La burla de AMLO pasó desapercibida para los geñistas que todavía quedan en Tamaulipas, quienes rápidamente inundaron el WhatsApp con su interpretación de los hechos. 

Para ellos el mensaje era claro: si Eugenio habla, sale de prisión. Como si fuera decisión del Presidente. 

En la lógica de los geñistas, Andrés Manuel quiere que Eugenio confiese sus delitos electorales y se asuma como un político corrupto para ganar su libertad, de esta forma saldría de la cárcel con la bendición presidencial para operar en favor de MORENA en Tamaulipas en la próxima elección federal. 

La única duda por responder es si se trata de simple descaro o de necesidad lo que les impide a los fieles del ex gobernador ver el escarnio de AMLO contra Hernández Flores. 

Ojo, no es la primera vez que el Presidente lucra con el anhelo de libertad del ex gobernador priista. 

El año pasado AMLO también utilizó a Eugenio en periodo electoral, porque desde su mañanera publicitó el encuentro con las hermanas del ex gobernador y la carta que recibió de su parte donde pedían que intercediera por su libertad. 

Y qué pasó entonces, lo mismo que ocurrirá esta vez: nada. 

En realidad el mensaje político que manda López Obrador al recordar el fraude electoral de Eugenio no es para el ex mandatario en prisión, ni siquiera para los priistas, es para los propios integrantes de su Movimiento.

A personajes como Monreal, AMLO les recuerda quienes son sus enemigos. 

El Presidente marca una línea muy clara de lo que está dispuesto a tolerar y lo que no. Y el fraude y la traición de Eugenio le sirven para poner el ejemplo de lo que no dejará pasar. 

López Obrador ya está en plena campaña rumbo al 2021, y sus declaraciones y promesas deben verse bajo ese ángulo. De esa forma habrá menos desilusionados. 

Especialmente los geñistas, que le rezan a cualquier Santo con tal de ver a su jefe fuera de prisión.

Pues eso.