Celulares que matan

Nueve de cada diez accidentes automovilísticos ocurren porque el conductor iba usando su celular.



El tema no es nuevo. Data de hace por lo menos seis años. Pero pese a ello el problema se agrava cada vez más.



La pregunta surge obligada: ¿Por qué no se ha logrado controlar esa mortal combinación entre el volante y el teléfono?



La respuesta parece tenerla Marte Rodríguez Aguirre, el ex presidente estatal de la Asociación Mexicana de Agentes de Seguros y Fianzas (Amasfac).



“Es la apatía de la autoridad para aplicar el reglamento de Tránsito lo que ha venido agravando la situación. Como no se sanciona la conducta, el automovilista la sigue repitiendo con todas las consecuencias, muchas veces trágicas, que ello implica”, explica.



Incluso, dice el experto en Seguros, ni siquiera existe una campaña de concientización social para convencer, por las buenas, a los conductores de que no utilicen el celular.



Nosotros coincidimos con Rodríguez: aquí no hay más culpables que la autoridad misma, en este caso la municipal, porque es la competente para aplicar el reglamento de Tránsito y no lo hace.



El ordenamiento que regula la conducta vial contempla sanciones severas por usar el celular mientras se maneja, pero el problema está en que no hay quien la aplique.



Y no se aplica por dos razones: una, por la insuficiencia de agentes de Tránsito , y dos, porque los Gobiernos municipales son timoratos y quieren evitar el costo político que implicaría hacer efectiva la ley.



Ese es el gran problema: que los gobernantes fomentan la impunidad con tal de no enemistarse con la sociedad, porque suponen que ello implicaría que en su próxima visita a las urnas les cobrarían la factura.



Dicho de otro modo: los gobernantes privilegian su interés por encima del interés colectivo. No les importa que con ello se arriesguen vidas humanas porque, aunque no hay estadísticas precisas, está claro que esa adicción o maña de ir texteando o hablando por el celular mientras se maneja, ha costado muchas vidas.



Ojalá que algún día entiendan los alcaldes que, por encima de cualquier interés personal está su obligación Constitucional de velar por la seguridad y protección de sus gobernados.



Sin importar el costo político que les implique, están obligados a hacer valer la ley, en este caso el reglamento de Tránsito.



Todo gobernante debe entender y asumir que, desde el momento en que inicia su ejercicio, su prioridad debe ser el bienestar social, y que para lograrlo tiene a la mano, como herramienta, una serie de ordenamientos normativos.



En lo personal soy un convencido de que, contrario a lo que suponen muchos gobernantes, aplicar la ley podría allegarles más simpatía que rechazo social. A largo plazo será tal el orden que genera una aplicación a rajatabla de la ley, que habrá más ciudadanos satisfechos que inconformes.



El detalle está en que no lo han intentado.

Aquí lo hemos insistido muchas veces: el día en que los Gobiernos hagan valer la ley, muchos de los problemas que enfrentamos como sociedad, irán disminuyendo.



Porque ese es el gran origen de todos nuestros males sociales: la impunidad.



Una impunidad que cada año cobra decenas de víctimas en accidentes automovilísticos originados por esa combinación fatal entre un celular y un volante.



EL RESTO



Oscar Enrique Rivas Cuéllar, figura como el mejor alcalde de Tamaulipas. Así lo reveló un ejercicio cibernético realizado este martes. 

Pero no es algo nuevo. El alcalde de Nuevo Laredo ha demostrado con exceso que está muy por encima de sus 42 homólogos en el Estado.



ASÍ ANDAN LAS COSAS



roger_rogelio@hotmail.com