¡NO! Las lechuzas no son brujas

De hecho son buenas, ayudan controlar plagas de ratones e insectos
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¡NO! Las lechuzas no son brujas

A la lechuza le persigue cierta leyenda negra, un compendio de supersticiones que hasta estos tiempos siguen vigentes.

Desde ser bruja hasta ser un enviado de Satanás, la lechuza común o de campanario (Tyto alba) todavía sufre de agresiones de pobladores por estas falsas leyendas urbanas, provocando que sean sacrificadas e incluso torturadas.

La lechuza es considerada como un “indicador” de la salud en los ambientes rurales, y es que es una cazadora innata de ratones, que en muchos lugares son plagas.

Al año una solo lechuza caza 1,400 roedores durante sus salidas nocturnas.

Solo por esta razón, muchas veces las lechuzas son llevadas a huertos y cultivos como una controladora natural de plagas.

De hecho, matar o ayuntar a este animal puede provocar un descontrol en la población de roedores en muchos lugares.

Este animal en si no trae ningún mal para los humanos, al contrario, es un gran indicador de la salud en los ambientes rurales, como bosques o cultivos.

Así que si ves una hermosa lechuza no la insultes o la ayuntes, si no admírala y salúdala porque indica que el lugar en donde vives es un ecosistema saludable.

¿Por qué se cree que las lechuzas son brujas?

La creencia de que las lechuzas o búhos son en realidad brujas que buscan crear caos, robarse a los niños o traer tragedia a quien las observa es tan antigua como algunas de las civilizaciones más importantes del mundo; mismas de las que los países de Occidente han heredado gran parte de su cultura. 

La mitología griega representa a las lechuzas como animales de sabiduría y ayuda, que poseen poderes proféticos. Incluso, el búho es el símbolo de Atenea, la diosa de la sabiduría y la estrategia. Los antiguos griegos creían que si un búho volaba por encima del campo de batalla, significaba una señal de victoria. Y ahí comienza la creencia de que estos animales poseen poderes sobrenaturales. 

Con Roma todo cambió, pues al principio de la historia de este pueblo, se creía que clavar un búho muerto en la puerta de las casas protegía a sus residentes de todos los males. Esa idea derivó en la creencia de que escuchar el ulular de estos animales era un presagio de muerte inminente. Supuestamente, las muertes de Julio César, Augusto, Cómodo Aurelio y Agripa fueron predichas por estas aves. 

Con los romanos comenzó la mala reputación de las lechuzas, después de que sufrieran desastrosas derrotas en batalla después de que sus ejércitos, después de que sus ejércitos las avistaran. También comenzaron a creer que soñar con estos animales significaba que alguien moriría o sería robado. Y es en la mitología romana que se tiene el primer registro de que la gente pensara que las lechuzas eran en realidad brujas que se alimentaban de la sangre de los bebés. 

Una herencia de la influencia romana para Occidente

Gracias al legado del Imperio Romano, los búhos y las lechuzas quedaron completamente asociados a las brujas durante toda la Edad Media. Ver a estas aves era un presagio de muerte, por lo que presentaban un miedo irracional pero real para las personas de la época. La literatura inglesa también las adoptó como símbolos de la oscuridad, incluso se les consideraba “el ave de la perdición”.

Pronto, el ulular de las lechuzas también fue interpretado para predecir el clima por los ingleses. Y se sabe que la antigua costumbre de clavar un búho en las puertas de la casa, para protegerse del mar, persistió hasta bien entrado el siglo XIX (años 1800).

Curiosamente, las tribus norteamericanas, que no tenían contacto con estas culturas europeas, también desarrollaron sus propias creencias acerca de los búhos y las lechuzas. Y eran sorprendentemente parecidas. Los asociaban también con la muerte y la buena suerte en batalla. Y hoy en día, muchos de los descendientes de estas tribus, que también tuvieron contacto con las culturas europeas debido a la colonización, han escuchado alguna vez todas estas leyendas de las bocas de sus familiares.