Políticos: población en riesgo

 

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Los políticos se han convertido en una población en riesgo frente al COVID. 

La necesidad de discusión y diálogo, de toma de decisiones, de revisión y supervisión de acuerdos y hasta de administración de desacuerdos exigen dejar a un lado la sana distancia. 

La consecuencia es que los servidores públicos estén expuestos constantemente al contagio. 

Tamaulipas no es la excepción. La semana pasada se confirmó el caso del Secretario General de Gobierno, quien afortunadamente no presenta complicaciones. 

También se informó la muerte de Úrsula Mujica Obrador, prima hermana del Presidente sí, pero una personalidad política por su propio derecho. 

Fundadora de Morena, Úrsula Mujica operó y acompañó a López Obrador en sus tres campañas por la Presidencia de la República. 

Es también la madrina política de Erasmo González, sin ella no existiría la carrera del ex priista en las filas del Movimiento.

El Diputado Federal por cierto, también contagiado del virus. 

El miércoles pasado se informó del fallecimiento de Raquel Cristina Corona Juárez, hija de la diputada local por MORENA, Susana Juárez Rivera. 

Y este sábado se enviaron las condolencias a la Presidenta Municipal de Nuevo Morelos, Eunice Hernández, por la muerte de su esposo, Lino Torres Nájera. 

Esto apenas es el recuento de los últimos siete días. 

Por supuesto, el propio Gobernador Cabeza de Vaca, los alcaldes de Río Bravo y Miguel Alemán, el esposo de la alcaldesa de Nuevo Morelos, el referido legislador federal, diputados locales y funcionarios del Congreso también han sido contagiados. 

Por si fuera poco, desde la semana pasada hay versiones que aseguran que el Senador Américo Villareal ha dado positivo. Esperamos que no sea el caso. 

El recuento sirve para dejar en claro que ningún grupo es inmune o está exento de riesgo. 

Gloria Molina dijo en su mensaje de ayer que la curva de contagios está lejos de aplanarse, por el contrario, los casos y fallecimientos siguen aumentando en Tamaulipas. 

Las cifras al mediodía del domingo sumaban 13 mil 574 contagios confirmados y 899 fallecimientos por COVID.

Los hospitales en la entidad ya han sido desbordados. 

A la fecha se encuentran hospitalizados en Tamaulipas 408 pacientes positivos y 293 sospechosos de Covid-19. 

Esto ha provocado que los hospitales del IMSS de Victoria, Reynosa y Matamoros, además de cuatro hospitales ISSSTE en Tampico, Reynosa, Mante y Matamoros, estén al cien por ciento de su capacidad. 

Pero esto no es solo en Tamaulipas, el país entero está igual o peor. 

Porque aquí por lo menos las autoridades estatales han tenido un papel pro activo: 8 mil 82 pacientes se han recuperado en los hospitales móviles que instaló el Gobierno de Tamaulipas.

Y no pudieron ser más porque la federación nunca mandó más recursos, al contrario, los redujo. Y lo que es peor, evitó que las entidades buscaran por su propia cuenta el financiamiento. Todo por su miopía electorera. 

La estrategia fallida del combate a la pandemia (no pruebas, no cubre bocas y no sana distancia) promovida desde la federación es lo que ha causado todo este desastre. 

Los 43 mil 374 mexicanos que han perdido la vida desde marzo pasado a causa del coronavirus son una estadística más para López Obrador. 

Ni siquiera la muerte de sus familiares ha provocado una evaluación de las políticas de salud claramente insuficientes. 

Y como la propia realidad ha derrotado al Presidente, este tiene que echar mano de distractores.

Tiene que hablar de los muertos de Calderón para no hablar de los muertos de López Obrador. 

Tiene que hablar de la corrupción del sexenio anterior para no hablar de la corrupción de sus funcionarios.

Tiene que hablar de periodistas como Loret de Mola porque no soporta que exhiban la realidad del país en su gobierno.

Tiene que hablar de la rifa del avión, esa que nadie peló, para seguir evadiendo el tema de la crisis económica. 

Y tiene que buscar amigos como Trump, otro líder autoritario y populista, porque nadie más, ni en su propio equipo, comparten su visión. Las renuncias de su gabinete dan cuenta de ello. 

Pero sabe que, la estrategia de comparar el gobierno de AMLO con los sexenios del pasado ya no aguanta, por la sencilla razón de que en todos los indicadores estamos peor que antes: corrupción, democracia, salud, educación, economía, inversión, impartición de justicia, seguridad. Usted elija.

Por eso AMLO tiene que echar mano de un nuevo distractor: Emilio Lozoya. 

Y lo tiene que usar ahora porque el Presidente no tiene otra cosa para detener el declive de su popularidad. 

El problema es que su cacería de brujas no le va alcanzar para revivir a las víctimas del COVID o reponer los millones de empleos perdidos. 

Así como ocurrió la semana pasada, la estrategia con Lozoya será la de soltar filtraciones. No importa que sean fabricaciones o inventos, se trata de enlodar, no de probar acusaciones.

Los videos que tanto presumen no existen, son un amago más. 

AMLO sabe que no puede recorrer ese camino porque él mismo estaría reviviendo los videoescándalos de su paso como regente del Distrito Federal. 

Lo que no debe de sorprendernos, porque son las estrategias priistas de guerra sucia de toda la vida. 

La diferencia es que hoy las redes sociales son armas de la oposición y no del propio gobierno, por más bots que saquen a operar. 

La pandemia no terminará este año, ni tampoco la devastación económica que ha provocado. Así que más vale prepararnos porque nuestro Presidente seguirá cruzado de brazos. 

Pues eso.