México feminicida

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En México 11 mujeres son asesinadas cada día, y el 99% de los delitos de violencia sexual quedan impunes. 

Cada hora, 7 mujeres son víctimas de lesiones dolosas, lo que equivalen a 168 por día y 61 mil 320 al año. 

En 2020, se registraron en el país 967 feminicidios, pero apenas 3 de cada 11 mujeres asesinadas son catalogadas como tal. 

Uno de cada 10 feminicidios en México se comete contra niñas y adolescentes menores de 17 años. 

De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), de las mujeres mayores de 15 años, el 66% ha sufrido alguna agresión física, emocional, económica o sexual. 

Según la ENDIREH, las mujeres que tienen o tuvieron una relación de pareja están más expuestas a las agresiones que las mujeres solteras. 

Las cifras son de terror, pero es importante recordar que son los números oficiales, donde se necesita denuncia de por medio para que sean contabilizados, pero en la realidad las estadísticas están muy por encima de eso. 

Por eso es inconcebible que López Obrador llame al feminismo un “movimiento importado” en su afán por ridiculizar y minimizar las exigencias de justicia de las mujeres mexicanas.  

Lo cierto es que el machismo del Presidente le impide articular siquiera un mensaje de apoyo para la lucha por la igualdad de los derechos de la mujer, y deja en evidencia su nulo interés por tratar de entender el problema. 

En vez de eso su solución para conmemorar el Día Internacional de la Mujer fue levantar una valla metálica al rededor de Palacio Nacional para aislarse de los reclamos feministas.

La muralla fue bautizada por las propias autoridades federales como el “muro de la paz”, en un intento por disfrazar su talante autoritario. 

Pero como suele ocurrir con este gobierno, su remedio los terminó por dejar en evidencia pues los colectivos feministas aprovecharon el enorme lienzo para recordar los nombres de los cientos de mujeres que han sido asesinadas. 

 

El Presidente todavía remató “mejor valla, que granaderos frente a manifestantes”, las únicas opciones que su gobierno está dispuesto a ofrecer.

Y así como ocurrió el año pasado, AMLO huye de Palacio Nacional para no enfrentar los señalamientos y hacerse responsable de las omisiones de su gobierno.

El feminismo se ha convertido en el movimiento opositor que más daño le ha hecho a López Obrador, un movimiento en el que no existen clases sociales pues todas comparten la indignación, la rabia, el enojo, la tristeza, la impotencia y la esperanza de que las cosas pueden cambiar y ser mejores. 

Pero las mujeres ya no esperan milagros, cruzadas de brazos. Saben que para lograrlo tienen que poner manos a la obra, y levantar la voz solo es el primer paso. 

La participación de la mujer en la vida pública es indispensable, y sin duda han ganado espacios, pero claramente no han sido los suficientes. 

Además lo han hecho siempre enfrentando la resistencia del discurso oficial, quien las prefiere mudas y ocupadas en la cocina. 

Prueba de ello es la defensa que hizo López Obrador de Salgado Macedonio, el candidato de MORENA a la gubernatura de Guerrero, y quien está acusado de violación, acoso y abuso sexual. 

AMLO tuvo oportunidad de rectificar pero en vez de eso insistió en su respaldo.

Acostumbrado a santificar a quien toca, tal parece que su poder de sanación ya no es el mismo que al iniciar su sexenio. 

“Un violador no será gobernador” fue la respuesta feminista. Su nuevo grito de batalla contra AMLO y su sordera.

Y no, la lucha por los derechos de la mujer no es moda de un solo día. Quien piense eso solo demuestra que vive atrapado en el pasado. 

Un pasado al que no queremos ni estamos dispuestos a regresar. 

Pues eso.