La UAT que transforma a Tamaulipas

Bajo la conducción del rector Dámaso Anaya Alvarado, la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) ha consolidado una etapa de renovación institucional donde la cultura, la ciencia y el humanismo se cruzan en una misma misión: transformar la vida de las y los tamaulipecos.

Ya no se trata de una universidad que se limita a impartir clases o entregar títulos, sino de una que ejerce liderazgo social, promueve valores cívicos y crea conocimiento útil para resolver los problemas del estado.

El concierto “Un Paseo por México”, que reunió a la Orquesta Sinfónica de la UAT con la Orquesta de Alientos y la Banda de Guerra de la Guardia Nacional, fue una imagen poderosa de esa visión: la cultura como punto de encuentro entre instituciones, generaciones y vocaciones distintas, pero unidas por un mismo propósito.

Bajo la dirección de la maestra Inés Rodríguez Pedraza, el Teatro Amalia G. de Castillo Ledón vibró con el Huapango de Moncayo, convertido en símbolo de una identidad que no se avergüenza de su raíz.

El arte, en manos universitarias, se volvió servicio público.
La gestión de Dámaso Anaya ha apostado por una UAT más abierta, moderna y útil. No sólo para los estudiantes, sino para la sociedad que la sostiene.

La firma del Convenio Marco con el Instituto Mexicano de Contadores Públicos es una muestra de ello: una alianza que acerca la formación académica a las exigencias reales del sector productivo, beneficiando a más de 2,600 estudiantes y 600 docentes del área contable.

En lugar de encerrar el conocimiento en el aula, la Universidad lo lanza al mundo laboral con ética, preparación y propósito.

Como señaló el propio rector: “Las alianzas que transforman la educación, transforman también el futuro humano de Tamaulipas.”
Esa filosofía se extiende también a la seguridad y bienestar universitario.

La UAT ha fortalecido su estructura de protección física y cibernética, con programas de asistencia, vigilancia, capacitación y atención prehospitalaria.

Ha sido reconocida con el sello “C3! Cyber: Cultura, Conciencia y Comunicación en Ciberseguridad”, una distinción nacional que valida su liderazgo en la protección de datos académicos.

Y más allá de la tecnología, también se ocupa del lado humano: las unidades de apoyo psicológico y la Defensoría de los Derechos Universitarios garantizan acompañamiento, respeto y justicia dentro de la comunidad educativa.

Porque cuidar la mente y la integridad es también una forma de educar.
El conocimiento científico es otra línea donde la UAT marca diferencia.

Desde la Facultad de Ingeniería y Ciencias, el doctor René Ventura Houle encabeza un estudio sobre las causas de las sequías en Tamaulipas, mediante el uso de isótopos estables de oxígeno e hidrógeno.

El proyecto —en colaboración con la Universidad de Texas y redes de monitoreo internacionales— busca descifrar los patrones del ciclo del agua y anticipar los fenómenos climáticos que afectan a la región.

Un trabajo que no se queda en la teoría: pretende garantizar el suministro de agua para las generaciones futuras.
Esa es la nueva universidad que promueve Anaya: la que investiga no por curiosidad, sino por responsabilidad.
En conjunto, las acciones de la UAT proyectan una institución que ya no sólo forma profesionistas, sino ciudadanos con sentido ético y compromiso social.

Una universidad que entiende que la cultura cohesiona, la ciencia explica y la educación transforma.
Una universidad que no se queda mirando los problemas desde el aula, sino que sale a resolverlos con conocimiento, talento y empatía.

Bajo la dirección de Dámaso Anaya, la UAT ha encontrado una ruta clara: la del humanismo práctico, ese que convierte el saber en bienestar.

Y en un estado que necesita instituciones fuertes, la Universidad Autónoma de Tamaulipas se reafirma como una brújula moral, académica y social.

Porque en Tamaulipas, el conocimiento no sólo se enseña.
Se comparte, se vive y —sobre todo— se transforma.

Pues eso.