En tiempos donde las instituciones se desgastan entre promesas incumplidas y discursos reciclados, hay una que ha decidido ponerse a trabajar sin tanto aspaviento: la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
Y no, no es casualidad que su rector, Dámaso Anaya Alvarado, sea veterinario. Tiene olfato para detectar lo que necesita atención y energía para curar lo que otros dejaron enfermo.
Mientras algunos funcionarios presumen avances en inteligencia artificial sin saber ni prender la computadora, la UAT ya está abriendo caminos reales para la gente.
Ejemplo claro: su nuevo Bachillerato Virtual, que arranca en enero de 2026. Una opción gratuita, moderna y accesible para quienes no pudieron estudiar la preparatoria en su momento. Tecnología al servicio de la inclusión, no del ego.
Más de mil personas ya se inscribieron. Y no es para menos: la universidad está llevando la educación donde antes solo llegaban las promesas.
La UAT no solo educa: produce, investiga y transforma.
Ahí está el Rastro Tipo Inspección Federal de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia —el único en una universidad mexicana—, modernizado con apoyo del gobernador Américo Villarreal Anaya. No es poca cosa: se trata de una instalación que fortalece la sanidad animal, la inocuidad alimentaria y la economía regional.
El propio gobernador lo dijo sin rodeos: “en Tamaulipas estamos haciendo historia”.
Y sí, pero no solo en el gobierno: también en las aulas, en los laboratorios y hasta en los corrales.
El liderazgo de Dámaso Anaya no se limita a Victoria.
Como vicepresidente del Consejo de Universidades Públicas e Instituciones Afines (CUPIA), ha puesto el nombre de Tamaulipas en la agenda nacional.
Durante la sesión clausurada en el campus Tampico, se habló de inteligencia artificial, derechos humanos y cultura de paz —temas que hace años parecían lejanos al estado—. Hoy, la UAT los impulsa con seriedad, sin simulaciones.
Y mientras tanto, en la Feria Tamaulipas, la universidad también estuvo presente.
Su stand se convirtió en un punto de encuentro para familias y jóvenes, mostrando el talento artístico, deportivo y científico de la comunidad universitaria.
Porque la UAT entendió algo que otros no: la educación también se celebra. Y cuando se celebra con orgullo, contagia.
Incluso en el terreno deportivo, el espíritu universitario se renueva.
La llegada de Armando José Arce Serna a la presidencia del Club Correcaminos promete devolverle al equipo esa garra que lo caracteriza.
El rector lo dijo claro: el fútbol no solo es competencia, es identidad. Y en Victoria, el corazón late naranja.
Dámaso Anaya parece entender que una universidad fuerte no se mide solo por rankings o auditorías, sino por su impacto en la vida diaria de la gente.
Educación, producción, cultura, innovación, deporte. Todo eso forma parte de una sola visión: una universidad vinculada con el desarrollo social de Tamaulipas.
En tiempos donde muchos presumen logros prestados, la UAT prefiere mostrar resultados propios.
Y eso, en el panorama actual, ya es un acto de transformación muy importante.
Pues eso.
