Guerra Civil en el PRI

Finalmente Alejandro Guevara se quitó la máscara y levantó la mano para buscar la dirigencia del PRI Tamaulipas. 

Guevara llegó el sábado a la cede estatal del Revolucionario Institucional acompañado de Luis Enrique Arreola, Roberto González Barba y Juan Alonso Camarillo.

Y tras la instalación y toma de protesta a los integrantes del Órgano Auxiliar de la Comisión Nacional de Proceso Internos, que se encargarán de la renovación de la dirigencia, el mantense declaró sus intensión de pedir licencia a su cargo como legislador federal para competir por el interinato.

Una noche anterior, el propio Alejandro Guevara se encargó de pregonar la versión de que su designación es prácticamente un hecho, pues sería el propio Enrique Ochoa quien está operando el dedazo a su favor desde el Comité Nacional.

Lo cierto es que el destape de Alejandro Guevara solo sorprendió a los despistados, y es que desde un inicio utilizó al propio Arreola como patiño para lanzar sus ataques al resto de los aspirantes, dejando claras sus intenciones. 

Alejandro Guevara quiere la senaduría, y sabe que su única oportunidad para competir contra  los aspirantes como Eugenio Hernández, Egidio Torre, Baltazar Hinojosa, Marco Antonio Bernal u Oscar Luebbert (por mencionar algunos), es hacerse del control del partido y así agandallar la designación. 

El problema que tiene Alejandro Guevara es que ningún grupo priista de Tamaulipas lo quiere como dirigente. 

Su trayectoria la ha construido a base de traiciones. Como cuando le jugó chueco a Beatriz Paredes y a la delegación tamaulipeca, y vendió su voto para que Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo se quedaran en la dirigencia nacional. 

Desde entonces los priistas de Tamaulipas saben que su palabra no cuenta. Que no es un hombre de fiar. Que no respeta acuerdos y que sobre todo mantiene nexos que hacen ver lo de Oscar Luebbert como una travesura de salón. 

Todavía falta comprobar el supuesto apoyo del CEN y esperar la reacción de los grupos locales. Porque es más fácil que Luebbert y Guajardo se unan para combatir la imposición, a que alguno de ellos se sume a la candidatura de Guevara. 

Quien por otro lado usará a Arreola, González Barba y Juan Alonso Camarillo como cargada para simular el respaldo, aunque entre los tres no puedan juntar 20 delegados. 

Y mientras la guerra civil se desata en el PRI Tamaulipas, quienes brincan de alegría son los panistas, pues esperan que se concrete la llegada de Alejandro Guevara a la dirigencia, un ambicioso inexperto a quien solo le interesa su candidatura y no el futuro de su partido. 

Lo que vuelve más fácil la competencia para el PAN, quien ya alista la candidatura de Gerardo Peña, quien está por dejar la Secretaría de Bienestar Social para instalar su casa de campaña en Reynosa y buscar la Senaduría con la venia del primer panista de Tamaulipas. 

A partir de ahora serán unas semanas intensas en la grilla partidista, porque no hay que olvidar que el proceso electoral 2018 empieza en septiembre próximo y terminará hasta el próximo año cuando México tenga a su presidente electo. 

Pues eso. 

Es bueno saberlo: 1) Este verano inició en Victoria un boom inmobiliario, con la sobreoferta de residencias y terrenos que han puesto a la baja los precios de las propiedades. 

El motivo es que las familias de abolengo de la capital se están deshaciendo de sus activos fijos. 

Pero no vaya a creer que es por un apuro financiero, no. El bienestar de sus futuras generaciones está más que asegurado. 

El motivo es el miedo de que las autoridades los despojen de dichos bienes, producto de negocios mal habidos, muchos de ellos con los ex gobernantes.  

Para muestra ahí tiene a los Hernández Flores, quienes andan apurados por la liquidez financiera como cuando Tomás Yarrington vendió sus radiodifusoras.