Corrupción mata verbo

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Corrupción mata verbo
Adalberto Garza Méndez

Cabeza de Vaca sigue su peregrinaje en los micrófonos de las redes sociales. 

Podría decirse que el ex gobernador ha dado más minutos de entrevista en esta última semana que durante su sexenio como gobernador. 

La razón es sencilla: entre más va perdiendo, más habla. 

Cabeza apareció en Atypical Te Ve luego de que la Suprema Corte votara por atraer la revisión de su amparo. 

Luego de eso, presumió su viaje y “reuniones” en Washington como reacción a la designación de la Ministra Lenia Batres como revisora de su caso. 

Todo indica que la visita a Washington no salió como esperaba porque el ex gobernador apareció después en una transmisión con Simón Levy. 

Y tras esa desastrosa “entrevista” de dos horas, el texano pidió la palabra en los micrófonos de Carmen Aristegui. 

Cabeza de Vaca se delata: acusa cortinas de humo mientras tiende la suya. 

Porque, a pesar de tantos minutos de incontinencia verbal en los últimos días, no dedica una sola palabra a las acusaciones de corrupción ni a los procesos legales que enfrentan quienes fueran sus funcionarios. 

Esta estrategia es deliberada: Cabeza no quiere que lo relacionen con ellos porque esto echaría por tierra su intención de venderse como “perseguido político” a las autoridades de los Estados Unidos, y así evitar su extradición. 

Por eso habla de todo lo demás menos de las acusaciones en su contra. 

Por eso hace señalamientos y conjeturas. Reparte culpas y sentencias como si fuera juez y parte. 

Pero no está logrando su objetivo. 

Por eso tiene que salir una y otra y otra vez a repetir su monólogo. Esta última vez con apuntador, a ver si así mejoraba algo. 

Cabeza quiere dirigir los reflectores a los temas de su interés y alejarlos de los que verdaderamente le hacen daño. 

Porque recuerde, no está litigando para las autoridades en México, mucho menos para la opinión pública o para los tamaulipecos. No. Está litigando mediáticamente para las autoridades de los Estados Unidos. Para quienes van a decidir su extradición luego de que se haga formalmente la solicitud.

Pero más allá de revelar su soberbia y su estrategia, lo que también descubre Cabeza de Vaca cada que le conceden la palabra en algún espacio es su falta de escrúpulos. 

Porque hacer mutis sobre las acusaciones contra sus secretarios y “lacayos” -de sus “bandidos” -como tanto le gusta referirse a los demás, es también una manera implícita de desatenderse de ellos, de dejarlos solos y a su suerte. 

Son cartuchos desechables que no piensa volver a usar mientras esta vez cumplan con su propósito: que él no sea extraditado. 

La suerte que corran no le importa. No le importa lo que pase con sus funcionarios de Educación, Bienestar, Finanzas, Salud, Coepris, Obras Públicas y Administración. Ellos pueden ir a la cárcel mientras él resulte impoluto. 

Es una lección que han aprendido a la mala los propios panistas de Tamaulipas. 

Y si eso hace con su círculo más cercano ¿qué no estaría dispuesto a hacer con el resto del pueblo tamaulipeco?

Spoiler: Ya lo hizo durante sus seis años de gobierno. 

Pues eso.