No había pasado una semana de la elección en el Estado de México, cuando el mesías tropical ya se paseaba por tierras tamaulipecas. 

Y no estuvo solo. En su mitin de campaña rumbo a Los Pinos 2018, realizado este sábado 10 en el Gimnasio de la UAT, el tabasqueño se arropó de ex priistas y perredistas que le engordaron su evento. 

Y no es que estos, priistas o perredistas, fueran líderes de masas, figuras morales o referentes de la sociedad civil, no. Morena para eso tiene a AMLO. 

A lo que vino Andrés Manuel a Tamaulipas fue para reclutar mapaches y operadores, ex funcionarios de medio pelo que conocen las entrañas y todos los fraudes y operativos de la maquinaria tricolor. 

Por eso el gimnasio estuvo a reventar. Los roedores tenían que demostrar su utilidad al rayito de esperanza. 

Ahí estaban en el templete Felipe Garza Narváez, que tiene en su curriculum 3 diputaciones por el PRI, además de una dirigencia estatal, ser secretario particular de Eugenio Hernández Flores, Subsecretario de Gobierno con Egidio Torre y recientemente vocero de Baltazar Hinojosa. 

Para que va servir Felipe sino para trabajo de mapacheo, eso o para vender elecciones, que también sabe del tema. 

Otro delincuente que se paseaba como pavo real en el evento fue Javier Villareal Terán, ex diputado y ex secretario geñista.

Erasmo González Robledo, ex diputado priista y ex tesorero maderense, fue otro que acompaño a AMLO.

También estuvieron personajes como el ex alcalde Alfredo Pliego Aldana, Adrián Oseguera Kernion, Armando Martínez Manríquez, Pedro Alonso Pérez, Claudio de Leija y Faustino López. 

Imagine que tan alta estaba la vara que hasta Juan Ramón Gómez Leal, el junior de Reynosa, también alcanzó puesto distinguido. 

Mención aparte la del doctor Américo Villareal, quien fue invitado para honrar la amistad que forjaron AMLO y su padre, el ex gobernador tamaulipeco, cuando trabajaron juntos en el gobierno federal. 

Andrés Manuel sabe que Tamaulipas es tierra fértil, llena de ciudadanos cansados con el sistema. Ya lo demostró en el 2012, cuando Peña Nieto perdió ante la gris Josefina en las urnas tamaulipecas. 

Tres años después de nuevo el pueblo se reveló contra los candidatos tricolores, elección en la que el ahora gobernador alcanzó la Senaduría. 

Y que me dice de la pasada jornada electoral donde por fin los tamaulipecos echaron al PRI de la gubernatura. 

Por eso viene AMLO a Tamaulipas, porque aquí el hartazgo contra los gobiernos priistas y sus ex gobernadores le tiene el trabajo hecho. 

Y sin embargo, esta última visita fue diferente. Andrés López se olvidó de despotricar contra Tomás Yarrington y Eugenio Hernández. 

Y no fue culpa del Alzaimer o de un repentino aprecio por los ex gobernadores delincuentes del PRI. No. 

El olvido de AMLO se debió a que el tabasqueño es cortejado precisamente por estos priistas que viven en la orfandad y buscan de un dinosaurio que los adopte. 

Por eso el ex jefe de gobierno se olvidó de despotricar contra ellos y en su lugar repitió el cansado discurso de la mafia en el poder. 

Tal parece que los resultados en el Estado de México pusieron nervioso al Peje, de ahí que como cura en el altar, haya emitido un perdón para todos aquellos “que se equivocan de camino pero se reivindican y empiezan a actuar con rectitud”. 

Lo dicho, pare de sufrir, que en la república amorosa de AMLO hay lugar para todos, incluso hasta para mapaches, siempre y cuando trabajen para él. 

Pues eso. 

Es bueno saberlo: 1) El escándalo de la falta de medicinas fue otra patada de ahogada de Geño, a quien el gobierno del cambio le quito otro más de sus negocios con el que estafaba al pueblo tamaulipeco. 

Y es que todos saben que tras la gubernatura Eugenio se ha dedicado a tres grandes negocios: la construcción (pública y privada), el abasto de medicamentos y el financiamiento de campañas políticas.  

2) La boda fue en Zacatecas, ahí Fernando Cano reunió a todo lo rancio de la sociedad victorense para celebrar el matrimonio de su hijo menor. Como en los viejos tiempos, casi ya 20 años, el prestanombres de Yarrington y Eugenio celebró en la opulencia y la impunidad. Otra historia más de éxito priista.