Una debacle anunciada 

 

a

En el PRI no hubo sorpresas. La caballada está flaca. Los aspirantes a las candidaturas por las diputaciones federales y las alcaldías, la mayoría de ellos de postulación única o en el lenguaje priista: de unidad, son de carácter testimonial y no de verdaderos contendientes. 

El PRI Tamaulipas no ha sabido, o no ha querido, convertirse en un partido de oposición desde que perdió la gubernatura hace 4 años, y hoy está pagando las consecuencias. 

Apenas gobierna 6 municipios: Abasolo, Bustamante, Guerrero, Miguel Alemán, San Carlos y San Nicolas, ninguno de los llamados “grandes”. 

En el Congreso local solo están sentados en 2 curules de 36. Eran tres, pero ya sabe que paso. Y en el Congreso federal solo hay una priista de 11 tamaulipecos, que por cierto llegó por la vía pluri. 

El PRI es un partido muy eficiente, ordenado y tal vez el más capacitado como organismo político. Su escuela de formación de cuadros, sus organizaciones y sectores, su estructura electoral, sus padrones de militantes y su trabajo territorial dan cuenta de ello. 

No por nada los priistas son buscados por el resto de los partidos para ofrecerles espacios y candidaturas. 

Entonces, por qué si los priistas de Tamaulipas tienen todo esto a su favor, se han convertido en la tercera fuerza política del estado. 

El día de hoy los priistas son una comparsa, un relleno en la boleta, un partido que sirve para darle legitimidad a los triunfos de los demás, mientras ellos se acostumbran a perder elecciones. 

Sin duda hay varias explicaciones, sobre todo si hablamos del ejercicio del poder. No por nada el PRI Tamaulipas tiene a dos ex gobernadores en la cárcel. 

Pero incluso antes de eso, antes de llegar ahí. Al enfocarnos simplemente en la selección de sus candidatos, como la pasarela que vimos este fin de semana, el mayor problema de todos resulta más que evidente. 

Que no es otro que la falta de liderazgo. 

El sistema priista solo funciona con un líder fuerte, así se explica la disciplina y el trabajo de partido. 

Liderazgo no significa recursos, tampoco dinero. Por supuesto que ayudan, pero incluso con con todo el dinero del mundo los priistas han perdido elecciones. 

El liderazgo es algo más. Algo que los priistas de Tamaulipas no han encontrado en estos cuatro años de vivir sin el poder. 

Ahí está Yahleel Abdalá para dar cuenta de ello, su ex dirigente estatal apenas vio la primera oportunidad para abandonar el partido y la tomó.

Al menos ella lo hizo de frente. Porque ahí siguen otros que mientras presumen su militancia le hacen la chamba a otras fuerzas políticas. 

Práctica que por cierto está patentada en el PRI, quien fue el pionero en crear y luego patrocinar partidos chicos para tener elecciones ‘democráticas’ a modo. 

Así que Melhem y compañía no se pueden llamar sorprendidos por la debacle que ocurrirá el próximo 6 de junio. 

Ahí están el PRD, el PT, Nueva Alianza y el Partido Verde, como ejemplo de lo que pueden esperar.

Lo que es una pena, porque si algo se necesita hoy más que nunca es la sana medianía, esa que representa lo opuesto a la polarización y a las ideologías extremistas que hoy padecemos. 

El principal requisito para ejercer el liderazgo, al menos en la política, es la congruencia.

Así que no sería una mala idea que la dirigencia y sus aspirantes, ahora que están por iniciar campañas, empiecen a actuar en consecuencia de lo que tanto presumen en sus discursos. 

Quién sabe, a lo mejor y esta idea tan radical les sirva para ganar votos, porque al menos está claro que lo han hecho antes no les ha funcionado.

Pues eso.