Ucrania en la geopolítica rusa

En la disciplina de la geopolítica, el término "buffer-State" (Estado amortiguador o "colchón") designa a los países que se ubican entre dos poderes rivales y sirven de escudo o zona de amortiguamiento para reducir el riesgo de potenciales conflictos armados entre ellos o por parte de otras fuerzas antagónicas.

La apreciación de un "buffer-State" como tal cambia según se modifiquen su entorno y la época. En el siglo 19, Afganistán fue un "buffer-State" entre el imperio británico, que controlaba los actuales territorios de India y Paquistán, y el imperio ruso zarista, que proyectaba su influencia en Asia. Mongolia es hoy un "buffer-State" entre Rusia y China.

Para la Unión Soviética, Ucrania y Polonia fueron un territorio "buffer" y un Estado "buffer", respectivamente, en su confrontación con Europa occidental bajo la Guerra Fría.

Al finalizar ésta en 1989 y desintegrarse la URSS en 1991, Ucrania, que fue una república soviética, se independizó en un momento en el que la Rusia que nació de las cenizas de la Unión Soviética era un Estado extremadamente débil.

En este siglo y bajo el liderazgo de mano dura de Vladimir Putin, Rusia ha restaurado su poder perdido.

Tener Gobiernos fuertes con un poder centralizado ha sido un imperativo estratégico en la historia de la Rusia zarista, la Unión Soviética y la Rusia actual, pues ello garantiza el control de un territorio gigantesco, poco comunicado en el este y con un clima frío y largos inviernos en el norte, hostiles para la vida humana y las actividades productivas, lo que explica que la población se concentre en el occidente y el sur, y el resto del país esté despoblado.

Rusia también enfrenta el reto de su pluralidad étnica, integrada por más de 190 grupos, y sus múltiples nacionalidades, algunas de las cuales pugnan por su autonomía y otras por su independencia política frente al poder ruso dominante, como ocurre con los chechenos.

Esa fragmentación étnica y nacional es una potencial fuerza centrífuga que amenaza la estabilidad política del Estado ruso, otra razón para entender su necesidad de tener un poder fuerte y autocrático en la figura de los zares, como Iván el Terrible, de dirigentes comunistas soviéticos como Joseph Stalin, o de mandatarios electos como Putin.

Rusia tiene que enfrentar con mano férrea las amenazas internas y externas para asegurar su sobrevivencia, y para conseguirlo ha recurrido históricamente al autoritarismo, la violencia y la guerra.