Sabio neoliberal

"Creo que éste es el comienzo".

Mario Molina
 
 
La vida y el trabajo de Mario Molina nos demuestran, entre muchas otras cosas, la importancia de la educación de excelencia, de las becas para estudiar en el extranjero y de las virtudes de la ciencia neoliberal.

Tras el fallecimiento del ganador del Premio Nobel de Química, tanto el Presidente López Obrador como el Subsecretario de Salud Hugo López-Gatell tuitearon mensajes en que lamentaban el hecho.

Molina, es sabido, no se metía en pleitos políticos: trabajó con Gobiernos de distintos partidos y tuvo una reciente colaboración con el Gobierno morenista de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México. Representaba, sin embargo, un espíritu de modernidad que contrastaba con el conservadurismo de la Cuarta Transformación.

La última gran diferencia entre el sabio y el régimen se manifestó en el uso de mascarillas. Molina participó en el estudio "Identificando la transmisión aérea como la ruta dominante para la propagación del Covid-19", de Renyi Zhang, de la Universidad de Texas A&M, y otros investigadores.

La investigación muestra que "la transmisión aérea es altamente infecciosa y representa la ruta dominante para transmitir la enfermedad". Señala que "el uso de cubrebocas en público representa el medio más eficiente para prevenir la transmisión entre las personas".

Esta conclusión contrasta con la resistencia de López-Gatell para recomendar las mascarillas y del propio Presidente a usarlas.

No fue ésta la única diferencia pública de Molina con la 4T. Mientras el Presidente impulsa una nueva refinería en Tabasco, quiere regresar a las plantas de carbón y combustóleo para generar electricidad, rechaza el uso de energías renovables y considera que los aerogeneradores "afean el paisaje", el doctor declaró: "México está retrocediendo al siglo anterior, o al anterior, en un momento en que todos los expertos del planeta están totalmente de acuerdo en que estamos en una crisis climática".

Molina practicaba lo que la directora de Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, ha llamado con desprecio "ciencia neoliberal". Ésta es, supuestamente, la que se basa en investigaciones del extranjero que se contraponen con la "soberanía tecnológica".

Aunque Molina estudió la licenciatura en la UNAM, hizo estudios de posgrado en Friburgo, Alemania, y obtuvo el doctorado en la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos. Peor aún, permaneció en ese país para trabajar en instituciones neoliberales como el Massachusetts Institute of Technology y la Universidad de California en San Diego.

Molina ganó el Nobel por sus trabajos con Frank S. Rowland sobre los clorofluorocarbonos de la refrigeración y los aerosoles que estaban acabando con la capa de ozono del planeta.

Fue duramente atacado por representantes de la industria y políticos conservadores, pero sus investigaciones llevaron al Protocolo de Montreal de 1987 y a la prohibición de estas sustancias.

Posteriormente se involucró en los esfuerzos por contener el calentamiento global y promover las energías renovables que rechazan los Gobiernos conservadores de México, Estados Unidos y Brasil. Su defensa de las mascarillas fue su última confrontación con los conservadores.

Es positivo que tanto el Presidente como el Subsecretario de Salud hayan lamentado la muerte de Molina. Pero más que rendir un homenaje a un personaje famoso fallecido, deberían estudiar las razones de su reconocimiento y, sobre todo, las ideas que defendió.