PESO Y DÓLAR

En los últimos días el dólar ha cotizado apenas arriba de 20 pesos. Es una gran diferencia de los más de 24 que llegó a costar en abril. Esta apreciación no es resultado de ninguna decisión de parte nuestra, sino un reflejo del comportamiento del dólar a nivel internacional.

Desde mediados de 2014 hasta fines de 2016, el dólar se fortaleció a nivel internacional de manera significativa, y esto se reflejó en depreciación de otras monedas y en caída de precios de commodities. Ahí se nos vino abajo el precio del petróleo, se ajustó el peso y el gobierno de entonces tuvo que aguantar el ajuste.

Los siguientes meses, todo 2017 y los primeros de 2018, el dólar se debilitó un poco, dando respiro al peso. Sin embargo, y ahora sí por cuestión interna, tuvimos una depreciación desde junio de 2018, muy posiblemente asociada con el inminente triunfo de López Obrador, frente a lo que el Banco de México tuvo que reaccionar subiendo la tasa de interés. Volvió a hacerlo después de la desafortunada decisión del aeropuerto, y durante todo 2019 mantuvimos una tasa de interés muy elevada frente al resto del mundo, que nos permitió evitar una depreciación a pesar de que el dólar había iniciado un proceso de fortalecimiento ligero.

En febrero de este año ya traíamos un margen importante de diferencia entre lo que valía un dólar y lo que debería valer, considerando el precio internacional de esa moneda. Pero la pandemia resolvió el asunto con rapidez: el Banco de México tuvo que bajar sus tasas, y el dólar mismo tuvo un brinco, producto de la crisis global. Recuerde usted que, por ser la moneda de referencia, cuando todo se descompone, el dólar se fortalece.

De entonces a la fecha, el valor del dólar frente al resto de las monedas ha regresado a los niveles de febrero, y con ello el peso ha recuperado algo de fuerza. No llegamos a los 18.50 de entonces, porque ese valor era incorrecto (como decíamos arriba), pero sí a veinte pesos por dólar.

En este momento, con una tasa de interés baja (medio punto en términos reales), comparable a la de otros países, el peso obtiene su valor del equilibrio internacional de divisas. Es decir, puesto que nuestra relación económica más importante es con Estados Unidos, el comportamiento de su moneda es muy relevante en el valor de la nuestra. Si no pasa nada extraordinario, podríamos pensar en que el dólar se encontrará entre 20 y 21 pesos por un buen rato.

Si hubiese un conflicto internacional, o graves dificultades económicas, o las vacunas no fueran útiles, sería posible que el dólar volviese a fortalecerse, y con ello el peso a debilitarse. O si tuviésemos un problema propio, como la pérdida del grado de inversión, podríamos ver una depreciación del peso sin que el dólar se fortaleciese. Pero fuera de este tipo de eventos, un tipo de cambio de entre 20 y 21 pesos suena muy razonable para los próximos meses.

Esto es una mala noticia para el gobierno, aunque usted no lo crea. Por un lado, los ingresos petroleros perderían de golpe cerca de 10 por ciento, porque se calcularon con 22 pesos por dólar. Y como estimaron una producción que no ocurrirá, el problema será importante. Por otro, los aprovechamientos que esperaban obtener del Banco de México ya no existirán, porque no habrá remanentes en el Banco Central, y menos considerando las pérdidas de ejercicios anteriores.

En México sufrimos mucho con el valor del peso cuando no teníamos un régimen de tipo de cambio flexible. De 1976 a 1995 el dólar incrementó su precio en 250 veces, y nos quedamos espantados. Hoy, las cosas son diferentes. Tómelo con calma.