Normas morales

"Los humoristas resultan siempre mucho más humanos que los moralistas".

Miguel Otero Silva
 
 
La ley impone normas obligatorias que deben cumplirse aun en contra de la voluntad de las personas; la ética propone normas voluntarias que pueden ser aceptadas o no por los individuos.

Una persona que rechaza acatar una norma legal debe ser objeto de sanción; quien desobedece una norma moral, y la ética no es más que el conjunto de normas morales que rigen la conducta de una persona, puede ser objeto de desaprobación, pero no de sanción, por lo menos no en un régimen de libertades. Es muy peligroso confundir unas normas con las otras, porque esto lleva al autoritarismo.

Las normas jurídicas son exteriores, coercibles y objetivas; las morales, interiores, incoercibles y subjetivas. Las primeras surgen de las leyes, las segundas de la conciencia o de la costumbre.

Durante mucho tiempo, antes del liberalismo, los gobernantes no prestaban atención a esta diferencia. Así, los reyes de la Europa medieval o los clérigos de la Santa Inquisición condenaban a muerte a quienes cometían "faltas morales", cosa que siguen haciendo los gobiernos teocráticos de algunos países islámicos. En la década de 1960 el Gobierno de Cuba, a través del trabajo de Ernesto "Che" Guevara, castigaba a los homosexuales con reclusión en campos de concentración.

Jesús Ramírez Cuevas, coordinador de Comunicación Social del gobierno de la República, parece consciente del riesgo de confundir los dos tipos de normas. Por eso señaló ayer en Twitter, al presentar la "Guía Ética para la Transformación de México", que los 20 "principios y valores universales" son simplemente temas de reflexión: "Su observación es voluntaria. No se trata de imponer nada a nadie". Que así sea. Imponer normas morales a la sociedad sería absolutamente... inmoral.

En este caso, sin embargo, vale la pena preguntarse: ¿por qué un Estado moderno, que se dice liberal, aunque con frecuencia asuma posiciones conservadoras, debe publicar una guía ética, afirmar que esta servirá para "la transformación de México" y gastar dinero del erario para imprimir 8 millones de ejemplares?

No hay, no puede haber, una ética universal. Las normas morales son, por naturaleza, subjetivas. Por eso las compilaciones de preceptos morales son controvertidas o meras listas de generalidades.

Esto último es lo que tenemos en este decálogo, no de 10, sino de 20 preceptos, elaborado por un grupo de "sabios" de la Cuarta Transformación.

La guía de lugares comunes nos dice que "No hay nada más valioso que la vida, la libertad y la seguridad de las personas", "No se debe humillar a nadie", "El amor al prójimo es la esencia del humanismo" o "Quien no sabe de dónde viene difícilmente sabe a dónde va".

Añade sin recato: "El perdón libera a quien lo otorga y a quien lo recibe", "No se debe enfrentar el mal con el mal", "No mentir, no robar, no traicionar", "El poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás", "No es más rico el que tiene más sino el más generoso", "Los compromisos se cumplen".

Por lo menos el primer mandamiento nos dice que "Evitemos imponer 'nuestro mundo' al mundo de los demás", pero todo el ejercicio es un intento de impulsar una visión moralista en una sociedad cada vez más compleja.

El Presidente ha insistido que el periodo liberal trajo consigo "una crisis por pérdida de valores morales, culturales", pero es falso. Las libertades individuales han hecho surgir una sociedad más diversa y fuerte.

El problema es que para un Gobierno conservador siempre es un agravio que alguien tenga normas morales distintas.