Normalización de la violencia

Un ladrón intentó asaltar a los pasajeros de una camioneta de transporte colectivo en la carretera México-Texcoco, en el Estado de México. Falló en su acción cuando no pudo salir del vehículo y varios usuarios lo tundieron a golpes durante varios minutos hasta dejarlo desnudo y malherido en la carpeta asfáltica.

Ninguna autoridad se presentó, no hay denuncias al respecto y el frustrado ladrón no solicitó el apoyo de una ambulancia. La cámara de la unidad grabó los hechos.

No es la primera vez que nos enteramos sobre este tipo de sucesos. Desde hace tiempo los medios informan de casos de pobladores o de usuarios del transporte público que ante las actividades de la delincuencia común reaccionan contra estos sujetos, aplicando con violencia su propia justicia.

En ocasiones, el uso de esa violencia social contra la violencia sistémica de la delincuencia ha desembocado en la muerte de los presuntos maleantes. En otras, han ocurrido tragedias en las que la gente ha confundido como criminales a operarios de empresas o funcionarios públicos que acuden a realizar alguna actividad, provocando su asesinato por parte de la masa anónima.

El robo en el transporte público es uno de los delitos más frecuentes. Datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública indican que en 2019 se registraron 17 mil 667 delitos de robo en transporte público colectivo, un medio que moviliza a 72 de cada 100 personas en el País, según información del Gabinete de Comunicación Estratégica. La mayoría de esos robos no se denuncian ante la autoridad.

En la cartografía nacional de los delitos, el Edomex encabezó la lista de robos en transporte público en 2019, con 8 mil 279 casos -46.8 por ciento del total nacional- de los cuales 8 mil 214 fueron con violencia.

Los delincuentes roban dinero, tarjetas de crédito y, sobre todo, celulares, provocando un daño patrimonial a los afectados, cuya integridad física también está en riesgo.

Los demás estados del País no se libran del azote de la inseguridad, aunque la incidencia del tipo de modalidad criminal varía.

En el Semáforo Delictivo Nacional de junio 2020, elaborado por una asociación ciudadana del mismo nombre, Nuevo León se ubicó entre las 10 entidades con mayor incidencia del narcomenudeo, mientras que el Edomex no entró en ese nivel, pero sí ocupó el segundo lugar en robo de vehículos, delito que en Nuevo León tuvo la posición 29 entre las 32 entidades federales.

En feminicidios, ambos estados junto con Jalisco y la Ciudad de México tuvieron un lugar destacado de las estadísticas. Nuevo León registró el tercer lugar de la lista, el Edomex el 13, la Ciudad de México el 16 y Jalisco la posición 20.

Los asaltos al ciudadano común en la vía pública, en el transporte público, en casas habitación o en los lugares de trabajo se han convertido en el pan de todos los días. La inseguridad desatada por la delincuencia común y el crimen organizado ya no sorprende ni escandaliza. La inseguridad se ha normalizado en nuestra vida social y política.

Llama mi atención la reacción del público en las redes sociales ante los hechos del asalto en la carretera México-Texcoco, pero más me sorprende el manejo de algunos medios sobre la noticia.

"Adoro los finales felices", "Dios bendiga a estos valientes, ya estamos artos (sic) de esa basura", "Felicidades a todos los héroes" son algunos comentarios de la gente, en tanto que algunos medios periodísticos de alcance nacional han ido más lejos, al legitimar en sus encabezados la actuación de los pasajeros y publicar lo que califican como "mejores memes" de la golpiza que "los cibernautas nos regalaron".

Es grave que ante la normalización de las actividades ilegales las autoridades sean rebasadas por la delincuencia o estén coludidas con ella, pero más grave es la cultura social que se está fraguando en donde, al margen de las instituciones encargadas de la seguridad y la justicia, la población hace justicia por su propia mano y los medios lo celebran.