LO QUE VIENE 

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La catástrofe que venía era cada vez más evidente. Los errores y pérdidas se acumulaban, la destrucción era incontenible y el fin inminente y, sin embargo, nadie se rebeló. La población apoyó a su Gobierno hasta el final, aun cuando eso implicara la destrucción total.

Así comienza el libro de Ian Kershaw intitulado "El Final" (The End: Hitler's Germany, 1944-45). El historiador relata los últimos meses del Gobierno de Hitler, un momento trágico en que las tropas soviéticas y norteamericanas avanzaban de manera constante, los bombardeos destruían ciudades enteras, devastando apartamentos y edificios icónicos, dejando a la población en la calle.

En un entorno racional, el Gobierno alemán habría comenzado negociaciones para una rendición condicionada, pero no fue así: la obsesión por no reproducir momentos históricos previos (la rendición de Alemania en 1918) llevó al colapso total.

Pero lo relevante de esta anécdota es que no era sólo el Gobierno el que estaba obsesionado: la población (con excepciones naturales) estaba con su Gobierno y no estuvo dispuesta a pensar distinto.

Lo que hace importante esta fascinante y trágica historia, y la conclusión a la que llega Kershaw, es que la población se había cegado ante la realidad circundante por su devoción obcecada al líder. Nada la podía hacer ver algo distinto, así fuera por la devastación física de las ciudades o de sus condiciones de vida.

El carisma era tan poderoso que nadie parecía capaz de pensar por sí mismo, reconocer lo dramático de la situación, entender las consecuencias de sus acciones a lo largo de la guerra o percatarse del enorme desastre que había sido todo el Gobierno y su proyecto mesiánico.

México no es la Alemania Nazi ni el Presidente es Hitler, pero existe una evidente similitud en la forma en que una parte de la población sigue ciegamente a López Obrador y se niega a reconocer que el deterioro es creciente y la ausencia de soluciones patente.

El carisma del Presidente le ha permitido construir una narrativa que (hasta ahora) domina el panorama político, controla la discusión pública y desdeña cualquier postura crítica o alternativa. Esto se agudizará en la medida en que avance el inexorable ciclo político: no sólo de palabras vive el hombre.

El éxito de la narrativa, que también se refleja en la popularidad, no será suficiente para compensar la ausencia de inversión, empleos u oportunidades. Sin duda, la estrategia de transferencias sociales ayuda a asentar la credibilidad del Gobierno, toda vez que representa una fuente de sustento que es sumamente importante para una enorme porción de la población.

Sin embargo, el súbito renacimiento de la migración sugiere que los "apoyos", como los llama el Presidente, son muy bonitos, pero no compensan la falta de crecimiento económico, la única forma en que se puede reducir la pobreza. La gente vota con sus pies.

Por otro lado, México lleva décadas de promesas incumplidas, Gobiernos de diversos colores que prometen el nirvana, sólo para concluir en lo mismo de siempre: un intercambio. Los nombres y los métodos varían, pero por más carismática que sea la figura, esa población que ve tan pocas opciones para su vida sabe que alguien más vendrá a ofrecer otros espejitos, reiniciando el ciclo una vez más.