La UAT, donde la educación se convierte en desarrollo

1.- La Universidad Autónoma de Tamaulipas ha dejado de ser solo un espacio académico. En los hechos, se ha convertido en un laboratorio vivo de desarrollo económico, social y humano.
Lo que antes era discurso —vincular la educación con el progreso — hoy se traduce en resultados medibles: infraestructura, innovación y transparencia.

El rector Dámaso Anaya Alvarado presentó ante el Patronato Universitario un informe que refleja una institución en expansión, pero también en madurez.
Mientras muchos presumen “transformación” sin sustento, la UAT la construye desde lo esencial: la confianza. Y esa se gana con resultados, no con promesas.

2.- En educación, el dato clave es que la UAT crece sin perder control.

Aumenta la matrícula, amplía la oferta académica y abre nuevas licenciaturas y programas de bachillerato, entre ellos el Bachillerato Virtual, pensado para quienes quedaron fuera del sistema tradicional.

No se trata solo de sumar estudiantes, sino de abrir oportunidades.

En Tamaulipas la UAT está usando la tecnología no como adorno, sino como vehículo de inclusión.

Lo mismo ocurre con el fortalecimiento de los posgrados y el impulso a la investigación con sentido práctico: publicaciones, propiedad intelectual y participación científica.

El conocimiento, en la visión del rector, no se acumula: se comparte y se aplica.

3.- Pero si algo simboliza el nuevo rostro de la universidad es el Rastro Tipo Inspección Federal (TIF) de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia.

Con esta certificación, la UAT se convierte en la única universidad del país con un rastro avalado por el SENASICA, una distinción que no solo enorgullece, sino que la coloca al nivel de los grandes centros agroindustriales del país.

El proyecto comenzó como un sueño académico y hoy es una realidad productiva: cada semana se procesan entre 70 y 90 reses con los más altos estándares de inocuidad y bienestar animal.

Más que un logro técnico, es la confirmación de que educar también es producir, que el aula y el campo pueden dialogar, y que la ciencia aplicada puede generar bienestar tangible.

El gobernador Américo Villarreal Anaya lo reconoció sin rodeos: este tipo de proyectos no solo forman profesionistas, forman futuro.

4.- Pero detrás de cada avance hay un elemento que suele pasarse por alto: la transparencia.

En tiempos donde la palabra “rendición de cuentas” se usa como slogan, la UAT la está ejerciendo con rigor.

El rector presentó informes presupuestales claros ante el Patronato, consolidando una cultura institucional que entiende que la confianza social también se audita.

La gestión universitaria ha adoptado criterios de eficiencia, planeación y mejora continua, elementos que la mantienen certificada bajo estándares ISO 9000 desde hace 20 años.

En una sociedad cada vez más escéptica, esa constancia no es un trámite: es una declaración de principios.

5.- En resumen, la UAT está demostrando que el desarrollo también incluye la inteligencia local aplicada.

Desde un rastro certificado hasta un bachillerato virtual, desde la cultura de paz hasta la investigación científica, la universidad está tejiendo una red de progreso que abarca lo académico, lo productivo y lo social.

El rector Dámaso Anaya ha conseguido algo poco común en la vida pública: combinar visión técnica con sentido humano.

Porque educar no es solo transmitir conocimiento; es construir confianza, dignidad y futuro.

Y en eso, la Universidad Autónoma de Tamaulipas ya está graduada con honores.