LA ABUELA DEL MUNDO

Me pregunto si alguna vez, a través de los años, la Reina de Inglaterra, Isabel ll, se imaginó que se transformaría en la abuela del mundo occidental.

¿Por qué lo digo? Porque al morir el pasado 8 de septiembre a los 96 años después de 70 años de reinado, en las primeras planas, noticiarios, programas de radio y redes sociales, su deceso se convirtió en la nota principal del día.

Lo más llamativo de todo era la forma tan positiva y halagadora en que la describían, a pesar del enojo de algunas ex colonias del Imperio Británico, algunos incluso exigieron disculpas por los abusos del pasado.

"Lo único en lo que me fijé en la muerte de la Reina es en que murió y nunca se disculpó por la esclavitud. Debió haberse disculpado", dijo la activista jamaicana Nadeen Spence (REFORMA).

A pesar de ser la monarca más retratada y conocida del planeta, era una persona misteriosa. Nadie sabía lo que en realidad pensaba, enmascaraba sus emociones. Esto seguramente exasperaba a los 15 primeros ministros desde Winston Churchill hasta Liz Truss, recién nombrada Primera Ministra del país.

La Reina de Inglaterra, jefa de Estado soberana de las islas británicas y de 14 países miembros de la Mancomunidad Británica, jefa de la Iglesia Anglicana, jamás pronunció una opinión personal, no obstante, logró hacer de la monarquía el cimiento de la nación y el instrumento de un reinado sin igual en beneficio del Reino Unido.

"He aquí un país lleno de dudas desde la disolución del Imperio, las consecuencias del Brexit, la independencia de Escocia, e Irlanda del Norte, una situación económica y social peor que la de varios países europeos y, además, una Primera Ministra que aún no convence" (Christine Ockrent, Affaires Entrangeres).

Ahora que ya fue nombrado un Rey de Inglaterra, Carlos III, ¿cuál será el futuro de esta monarquía tan longeva? ¿Cómo enfrentará el nuevo rey, hijo de la Reina Isabel II, tantos desafíos planetarios, entre ellos la guerra entre Ucrania y Rusia, el calentamiento global, la inmigración y la popularidad de una madre que se convirtió en icono mundial?

Si algo le falta a Carlos III es carisma. ¿Y qué decir de su segunda esposa de 75 años, Camila Parker Bowles, condesa de Chester y duquesa de Rothesay? No hay duda que buena parte del pueblo inglés sigue añorando a Lady Diana, como la princesa del pueblo; "la extraordinaria cautivadora con un inmenso encanto", como dijera de ella, en sus memorias, el ex Primer Ministro Tony Blair, quien también decía que Isabel II consiguió ser "una abuela y una reina al mismo tiempo".

Ahora sus nietos extrañan no nada más a la abuela, cariñosa y comprensiva, sino a la reina: disciplinada, inteligente, trabajadora, pero sobre todo, con un sentido del humor muy "british".

Su nieto consentido, el príncipe Harry, le escribió a su abuela una carta abierta: "Gracias por tu sonrisa contagiosa", misma que hacía juego con sus maravillosos collares de perlas.

También se refiere en su comunicado a su queridísima "Granny": "Ya te echamos mucho de menos, no sólo nosotros, sino el mundo... Gracias por tu compromiso con el servicio. Gracias por tu consejo sólido. Gracias por tu sonrisa contagiosa".

Entre los códigos misteriosos de la Reina Isabel había uno muy importante: su bolsa de mano, la misma marca desde finales de 1950, el mismo tamaño y, prácticamente, en el mismo color negro. Su eterna bolsa (más de 250 bolsas durante su reinado), la cual no dejaba incluso mientras se encontraba en alguno de sus palacios, en entrevistas oficiales o en reuniones familiares.