Firmes... ¡Ya!

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No nos quepa la menor duda, el país entero se está militarizando.

El domingo pasado llegué, junto con mi esposa, al aeropuerto de Guadalajara en un vuelo internacional. Una vez recogido el equipaje, nos dirigimos como siempre a entregar la declaración de aduanas para luego "apretar el botón" del semáforo (que dicen es) aleatorio.

Esta vez las cosas fueron diferentes. Antes de entrar a la unifila de la aduana, nos topamos con un soldado de la Guardia Nacional quien a gritos nos ordenó a todos hacer una sola fila. "¿Hacer una fila para entrar a la unifila?", pregunté.

Ya formados y tratándonos como si fuéramos delincuentes o subordinados de su batallón, conforme avanzábamos, pedía uno a uno la declaración de aduana, pero no para recibirla y pasarnos al semáforo, sino solo para ver que la tuviéramos en la mano.

Cuando de manera por demás descortés y agresiva nos dio la orden de mostrarle nuestra declaración, mi esposa le dijo: pídalo de buen modo. Ni se inmutó. Siguió ordenando lo mismo a los demás.

¿Por qué tenemos los ciudadanos y los turistas nacionales y extranjeros que ser recibidos por militares en un ambiente hostil? Nada más faltaba que el soldado nos dijera: Firmes... ¡Ya!

Esto parece ser el futuro de México, mientras el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas sea el señor López Obrador o sus seguidores.

La militarización del país es un asunto grave y peligroso, al que debemos oponernos firmemente, y pedirles a nuestros diputados y senadores que hagan lo necesario para revertir esta situación y evitar que los ciudadanos en nuestra vida diaria tratemos con militares.

Las Fuerzas Armadas están y son para defender el territorio y soberanía nacional, para garantizar la seguridad interior e instrumentar los planes de auxilio a la población civil en casos de desastre, punto.