Espíritu democrático

"Democracia es la sospecha recurrente de que más de la mitad de la gente tiene razón más de la mitad del tiempo".

E.B. White
 
Hoy es, formalmente, el día de la jornada electoral en Estados Unidos. Sin embargo, 94 millones de ciudadanos ya habían votado en la noche del 1 de noviembre (United States Election Project), lo cual hace suponer que habrá una participación más nutrida que la de 139 millones de 2016 (NYT).

Esta elevada participación es una mala noticia para el Presidente Donald Trump, cuyo triunfo en la anterior elección se debió en buena medida a la falta de entusiasmo de los electores por su rival demócrata Hillary Clinton.

Joe Biden no ha generado más pasión que Clinton, pero el deseo de impedir un segundo mandato de Trump ha unido hoy no sólo a los simpatizantes del Partido Democrático, sino a muchos independientes e inclusive a republicanos.

Las encuestas de opinión, que en Estados Unidos no son sometidas a veda, muestran a Biden con una ventaja de 10 puntos sobre Trump. La del Wall Street Journal y NBC apunta a una preferencia de 52 por ciento por Biden contra 42 por ciento por Trump.

El problema es que Estados Unidos no tiene un sistema de votación directa en que el ganador del voto popular sea en automático el nuevo Presidente. Su modelo federalista establece una votación estado por estado, seguida de un voto por el Presidente en un Colegio Electoral.

Este sistema le da una ventaja importante a Trump porque favorece a las comunidades rurales, usualmente favorables a los republicanos, mientras que castiga a las grandes ciudades, que se inclinan por los demócratas.

Ésta es la razón por la cual en el 2000 y en 2016 los ganadores del voto popular, Al Gore y Hillary Clinton, no prevalecieron frente a sus rivales, George Bush, hijo, y Trump. Si bien el margen con el que llega Biden a la elección es mayor, existe la posibilidad de que ocurra el mismo escenario.

Estados Unidos tiene una tradición de civilidad electoral. Una de las mayores muestras de espíritu democrático en la historia la dio Al Gore en el 2000, cuando decidió "conceder", reconocer el triunfo de Bush, hijo, a pesar de que había buenas razones para pensar que él era el verdadero triunfador.

Gore no sólo ganó el voto popular, sino que probablemente habría triunfado en el Colegio Electoral de haberse llevado el estado de Florida. Sin embargo, la Suprema Corte, dominada por conservadores, decidió detener un recuento que podía haberle dado la victoria.

El Presidente Trump no muestra ese espíritu democrático. Desde hace meses ha venido argumentando que el voto por correo, que este año será muy importante por la pandemia, es necesariamente fraudulento, a pesar de que no hay indicios de ello.

Una de las consecuencias es que muchos de sus simpatizantes consideran que su candidato solo podría perder si es víctima de un fraude. Esto ha generado temores en algunas ciudades, donde los comercios han tapiado sus ventanales en prevención de actos de vandalismo.

Trump ha afirmado que iniciará sus acciones legales por el presunto fraude electoral antes incluso de que cierren las urnas y se conozca el resultado. El Presidente también ha convocado a más de
400 invitados a una celebración de victoria en la Casa Blanca hoy en la noche, aunque se sabe que difícilmente se conocerá hoy el resultado de la elección.

La actitud de Trump es típica de un populista: si gano es un triunfo del pueblo, si pierdo es por fraude. Una de las democracias más antiguas del mundo se ha contagiado, al parecer, del virus que tanto daño ha hecho a la política mexicana.