ESCENARIOS 2021

 

Para poder estimar con alguna posibilidad de éxito lo que ocurrirá con la economía mexicana en este año, debemos empezar por tener claro que las razones del mal desempeño son de dos tipos. Primero, decisiones del gobierno que ahuyentaron inversión desde antes incluso de tomar posesión; segundo, el impacto de la pandemia, especialmente en los servicios que requieren atención cercana.

Para resolver el segundo impacto está la vacunación, que al 5 de febrero ya habían recibido 62 por ciento de los israelíes, 17 por ciento de los británicos y casi 12 por ciento de los estadounidenses. En América Latina, las cifras son mucho menores: 3 por ciento en Chile, que es similar a Europa continental, 1.5 por ciento en Brasil, 1.1 por ciento en Costa Rica. México no llega a 0.6 por ciento. No es claro si se debe a la posposición de entrega de Pfizer únicamente, pero supongamos que es así, y en este mismo mes podremos empezar en serio con el proceso. Podríamos pensar que para el 1 de septiembre se habrían vacunado todos los mayores de 40 años, el personal de salud y los maestros, que en conjunto son poco menos de 48 millones de personas (96 millones de dosis). Bajo este escenario, en el último trimestre del año podríamos ver una recuperación importante en turismo, entretenimiento, transporte, todos los servicios que han sufrido por la enfermedad. Será necesario no sólo vacunar, sino además anunciarlo por todo el mundo, promocionando que México es un destino seguro. No hay que olvidar que 9 por ciento del PIB depende de estas actividades.

Sin embargo, para que la economía funcione razonablemente bien hay que corregir también el otro factor que nos ha golpeado. Si el gobierno continúa ahuyentando la inversión, aunque desaparezca el coronavirus no vamos a crecer. La iniciativa preferente para el sector eléctrico es una muestra de que no piensan cambiar de dirección. Considerando éste como el escenario base, esta columna estima un crecimiento de 3.4 por ciento para este año, producto de una recuperación de 5 por ciento en el consumo y de 10 por ciento en la inversión. Aunque parezca gran ritmo, eso significa que la inversión estará al nivel de 2010.

La estimación de 3.4 por ciento no está muy lejos de lo que pronostican los especialistas que consulta el Banco de México (mediana = 3.5) o CitiBanamex (mediana = 3.6). Sin embargo, rumbo a 2022 sí hay una diferencia considerable. Fuera de la Caja no encuentra cómo podríamos tener crecimiento siquiera equivalente al ocurrido entre 2000 y 2018 si las condiciones para invertir son totalmente distintas. La inversión promedio de los primeros tres años de este gobierno equivaldrá al 18.9 por ciento del PIB de 2021. Sólo en el trienio 1995-1997 tenemos un peor dato. De 2000 a 2018, el promedio de inversión fue de 22 por ciento del PIB, y alcanzaba para 2.2 por ciento de crecimiento que a todos parecía insuficiente. La inversión neta en estos tres años (descontando depreciación) será 25 por ciento inferior a ese promedio. Por esa razón, dudo que México pueda crecer siquiera 1 por ciento anual a partir de 2022.

Los escenarios serían muy diferentes si el gobierno actuase con un mínimo de racionalidad. Nada espectacular: bastaría con cumplir los compromisos del Estado, respetar las leyes y limitar la retórica inflamada, para que el crecimiento en 2021 fuese de al menos 4 por ciento, y de más de 2 por ciento para los siguientes años. Si a eso se le agregase un programa de reactivación económica, como lo han hecho todos los países, de apenas 2 por ciento del PIB adicional este año y el próximo, podríamos recuperar el nivel que tuvimos en 2018 para 2023.

Pero si se trata de reventar la reforma energética como se hizo con la educativa, de saquear al gobierno para financiar amigos (vía condonación de impuestos) y clientelas (como la CFE en Tabasco), de dedicar todos los recursos y todos los minutos a mantener el poder, la ruta es muy clara: no regresaremos al nivel que tuvimos en 2018 por varias décadas.