EL PRECIO DE LA LUZ

"Haremos tan barata la electricidad que solo los ricos prenderán velas".

Thomas Alva Edison
 
 
Uno de los argumentos más insistentes del Presidente López Obrador para impulsar su contrarreforma eléctrica es "que no nos pase lo que está sucediendo en España".

Es cierto que España tiene tarifas de electricidad muy altas, en parte por algunas políticas gubernamentales que me parece que han sido contraproducentes, pero las alzas se han vuelto mucho más fuertes en los últimos meses.

No se trata, sin embargo, de un fenómeno exclusivamente español. Las alzas son consecuencia de una subida generalizada de los energéticos en el mundo. La iniciativa de reforma del Presidente López Obrador no va a frenar este proceso. Al contrario, elevará los costos de manera muy importante.

Los precios de la electricidad en España están en niveles sin precedentes. Alcanzaron este miércoles 6 de octubre los 228.59 euros por megavatio/hora, 12.2 por ciento más que el martes 5. El récord anterior, de 216 euros, se registró apenas el viernes 1 de octubre.

No es España, sin embargo, el único país en el que están subiendo los precios. Lo mismo está ocurriendo en Alemania, en otras naciones de Europa y en el mundo entero. Es consecuencia natural de los incrementos en los precios de los combustibles. El gas natural, fundamental para la generación, ha subido 135 por ciento en el último año.

En países como España y Alemania los altos precios son también producto del cobro de derechos por emisiones de dióxido de carbono. Éste es un impuesto que busca hacer más oneroso el uso de energías contaminantes para facilitar la transición a una economía más limpia, pero el costo ha sido muy elevado para los consumidores.

El Presidente francés Emmanuel Macron se percató cuando tuvo que echar atrás un impuesto "ecológico" a la gasolina en 2018 que llevó al movimiento de protesta de los "chalecos amarillos".

La animadversión de López Obrador hacia España y las empresas españolas es notable, pero el argumento de que no queremos estar como España no tiene sentido.

El año pasado, cuando los energéticos estuvieron en niveles muy bajos, los consumidores españoles se beneficiaron de una baja en los precios de la electricidad, mientras que la CFE no trasladó a los mexicanos los ahorros que tuvo por la baja en los combustibles y la electricidad que le vendían los generadores privados.

El alza en la electricidad que estamos viendo hoy en todo el mundo es inevitable si se permite que los precios al consumidor reflejen los costos de los combustibles.

La única manera de no hacerlo es si se subsidia la electricidad, lo cual han hecho algunos Gobiernos populistas, como el de Venezuela, con el aplauso inmediato de los ciudadanos y un desplome generalizado del servicio eléctrico después.

De nada nos sirve pagar precios muy bajos de electricidad si con ello destruimos la industria eléctrica y la economía nacional. Para reducir los precios sin subsidios necesitamos mayor inversión pública y privada, pero también un sistema que nos permita ajustar los precios conforme a las fluctuaciones de los costos de los combustibles.

Necesitamos más mercado y menos monopolio. Pero la contrarreforma que impulsa el Presidente López Obrador va exactamente en dirección contraria. Nos ofrece menos inversión, más monopolio, más controles de precios y más subsidios para mantener los precios en un nivel que les convenga a los políticos y no a la sociedad.

Es una fórmula destinada al fracaso.