El padre del rey

Para Ana Lilia
 
¡Cuántas veces se lo advirtieron! ¡En cuántas ocasiones intentaban decirle que cuidara sus excesos! ¡Y cuántas encuestas de opinión no mostraban el deterioro y desprestigio de la monarquía española debido a los escándalos que provocaba la irresponsabilidad del rey Juan Carlos I!

No obstante tantos reclamos, el monarca siempre acababa diciendo: "Yo tengo derecho a una vida privada". Lo malo es que todo el mundo estaba al tanto de su vida privada.

Todo el mundo sabía de sus viajes secretos (a Camboya, las islas Fiji y California), de sus infidelidades, de sus amistades peligrosas de Arabia Saudita y de sus cuentas bancarias en Suiza y en las islas Bahamas.

Para colmo de males, lo que causó de verdad mucha indignación entre los españoles fue el incidente del elefante en 2012. Allí está la fotografía, a todo color, que le dio la vuelta al mundo: el rey Juan Carlos, dándole la espalda a un elefante muerto en la sabana de Botsuana. ¿Qué hacía allí el monarca quien juraba proteger a los animales, cuando en realidad, mataba elefantes en África?

Mientras España sufría una de las peores crisis económicas, su rey la estaba pasando de maravilla con la alemana Corinna Larsen. Fueron tan ácidas las críticas que el rey se vio obligado a pedir disculpas. "Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a suceder". La opinión púbica nunca lo perdonó.

Dos años después el rey abdicó a favor de su hijo Felipe, pero el daño ya estaba hecho. A partir de este incidente, el rey ya no mató más elefantes, pero la puñalada que le dio a la corona española, a su familia y, por supuesto, a la reina Sofía dejó una cicatriz muy profunda.

De allí que no nos resulte extraño que afirmara el rey emérito que los jóvenes menores de 40 años ahora lo recordarán: "...solo por ser el de Corinna, el del elefante y el del maletín". Habría que agregar asimismo el escándalo por corrupción de su hija Cristina y su yerno Iñaki, quien todavía se encuentra en la cárcel.

El 4 de julio el diario El País publicó que la ex amiga de Juan Carlos I aseguraba a la justicia suiza que el rey emérito le transfirió 64.8 millones de euros en 2012, "no para deshacerse del dinero", sino por "gratitud y por amor" para "garantizar su futuro y el de sus hijos". Este testimonio tuvo lugar el 19 de diciembre de 2018 en la sede de la Fiscalía de Ginebra.

Por su parte, el alto tribunal investiga el presunto cobro de comisiones en la obra del AVE a La Meca (Arabia Saudita), que construyó un consorcio de empresas españolas. ¿Cuál fue la razón por la que Corinna recibió el dinero? "Se trataba de un regalo", dijo.

Dicen sus colaboradores más cercanos que el rey Juan Carlos se enamora como un niño, así le sucedió con Corinna: "Era una pasión que había salido de lo normal. Devino en algo tóxico. Daba escalofríos. Me daba cuenta que esto podía terminar muy mal", dijo un primo de don Juan Carlos, Álvaro De Orleans. (El País). Aunque se diga lo contrario, los reyes sí hacen negocios, sí se enamoran y sí abdican.

El padre del rey Felipe VI abandonó la Zarzuela el domingo por la mañana, después de 58 años. Muchos días y horas, padre e hijo discutieron la posibilidad del exilio. "No había una solución buena, sino menos mala", llegaron a la conclusión.

Entre ambos acordaron que el rey emérito acudirá ante los tribunales si fuese requerido. Por lo pronto no se sabe si viajó a Portugal o a República Dominicana. Millones de españoles se sienten indignados, pero sobre todo, decepcionados. "Yo nunca fui monárquico y ahora menos seré juancarlista", opinan muchos.

A pesar de todo este final triste para un rey que no supo separar su vida pública de la privada, no debemos de olvidar que Juan Carlos I, al principio de su reinado, le hizo mucho bien a España y a la democracia.

Después de 40 años de franquismo, cuyo régimen era autoritario y cruel, el joven monarca fue pieza fundamental para la transición sin una gota de sangre hacia un gobierno democrático, siempre apegado a la Constitución. Logró consensos entre las diferentes corrientes políticas del país. Siempre estuvo por el diálogo con los presidentes, incluyendo los de izquierda como el de Felipe González. Promovió la apertura de instituciones en las que creía cabalmente.

Como dice el catedrático de Historia Contemporánea Juan Francisco Fuentes: "Su mayor error, en un reinado con abundantes aciertos, fue considerar que sus virtudes públicas prevalecerían siempre sobre sus vicios privados". (El País).