¿El nuevo Barzón de los ricos?

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Si Andrés Manuel López Obrador no quiere que el país se le colapse social y económicamente, tendrá que lidiar con lo que por 18 años utilizó como una de sus principales banderas políticas.

El Presidente de la República no tiene de otra: tendrá que lanzar su propia UCABE, la llamada Unidad Coordinadora para el Acuerdo Bancario Empresarial, extensión del vapuleado Fobaproa.

La UCABE la instituyó en 1996 Guillermo Ortiz siendo secretario de Hacienda en el gobierno de Ernesto Zedillo. La dirigía Eduardo Bours y sus apoyos eran Federico Patiño y Javier Arrigunaga.

Patiño era director adjunto de Nafinsa y Arrigunaga director del Fobaproa. El primero fue en el sexenio pasado responsable del fallido aeropuerto de Texcoco y el segundo preside hoy de Aeroméxico.

Decimos que AMLO va a necesitar una UCABE porque la crisis económica que se viene por el Covid-19 está empezando a arrasar a todas las empresas y la planta laboral que de ellas depende.

Mal hará el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, y su escudero, el subsecretario Gabriel Yorio, si a estas alturas se ponen a inventar el hilo negro. Tienen que echar mano de la memoria histórica.

Y la memoria inmediata apunta a la crisis del H1N1 de hace 10 años, que por supuesto no es ni mínimamente comparable con esta pandemia. En 2009 el trance duró solo dos semanas y no era mundial.

Ese año la banca de desarrollo fue el eje vertebral del apuntalamiento de la planta productiva. Nafin-Bancomext dispuso de líneas de crédito hasta por 4 mil 500 millones de dólares.

Los bancos del gobierno se coordinaron con la banca comercial, ya sea otorgando la garantía de 50 por ciento de los préstamos, o bien dando créditos directos a determinadas empresas y sectores.

Hoy la banca tiene disponibles líneas hasta por 610 mil millones de pesos y Nafin-Bancomext cuenta, si López no se sigue empeñando en dinamitar la confianza, con la garantía soberana suficiente para respaldar los créditos.

La UCABE de la 4T se abrirá paso en la medida que López Obrador dé señales de no dejar a su suerte al sector empresarial. El gobierno, en esa tesitura, se volverá contra su voluntad socio de cientos de negocios.

La banca de desarrollo se va a convertir en el principal acreedor de ellos, pues para prestarles tendrá que asumir en garantía activos y cuentas por cobrar de negocios en marcha, como sucedió en la crisis de la influenza y antes en el llamado 'error del 94'.

Viene en teoría una labor ardua de equipos de abogados y especialistas en áreas de banca de inversión para crear cientos de fideicomisos en los que quedarán garantizados los créditos y sus fuentes de repago para aminorar perfiles de riesgo. Los periodos de gracia van a ser fundamentales para la vida de los negocios.

Los sectores más vulnerables y a dónde se dirigirán los mayores esfuerzos para dotarlos de liquidez serán restaurantes, hoteles, líneas de camiones de pasajeros, aerolíneas y parques industriales.

Ahí, además de los programas de cadenas productivas y factorajes, la banca de desarrollo también tendría que contratar una contragarantía del gobierno federal.

El enorme reto del financiamiento, que deberá considerar también el mantenimiento de las nóminas de trabajadores, se deberá complementar con facilidades fiscales.

Hace 10 años el entonces secretario de Hacienda, Agustín Carstens, las otorgó en el pago del Impuesto Sobre la Renta para que no se perdieran las fuentes de trabajo, al tiempo que el IMSS flexibilizó el pago de las cuotas patronales.

¿Estará la 4T a la altura del gran desafío que se viene?

EL JUEVES POR la tarde, en plena gira por Oaxaca, el presidente Andrés Manuel López Obrador estalló contra Alsea. La secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, le había mandado un reporte en redes sociales que tundían a la cadena de restaurantes más grande del país por haber implementado un programa voluntario para que sus empleados se ausentaran 30 días sin goce de sueldo. Pésimamente manejada la comunicación a Bolsa por esta compañía. Por lo demás en medio de esta crisis de salud por el Covid-19 el tabasqueño va a tener que entender: 1) Que si no implementa ya un plan de contención del empleo y apoyo a la planta productiva, el caso de Alsea se le va a multiplicar en todas las empresas del sector servicios en los próximos días, y 2) que los miembros de su gabinete le estarán calentando la cabeza recurrentemente y debe mostrar más serenidad. Un dato más: la cadena de Cosme y Alberto Torrado viene de un encontronazo con Raquel Buenrostro, tras de que la jefa del SAT le reclamara apenas en febrero el pago de impuestos por la friolera de 3 mil 881 millones de pesos. Los Torrado decidieron litigar el asunto.