EL CHIVO EXPIATORIO

 

El incendio que consumió 103 viviendas irregulares en la Colonia Valles de San Bernabé, al norte de Monterrey, puso de manifiesto un problema que supera por mucho las posibilidades económicas, intelectuales y de negociación de los Gobiernos estatal y municipal.

No me refiero tan sólo a lo que tenga que ver con los 400 moradores de los tejabanes incinerados en la especie de dantesco Birkenau en que el fuego convirtió el domingo el predio de San Bernabé.

Hablamos de que en el nuevo Nuevo León de Samuel García hay un mínimo de 512 asentamientos "humanos" como el que ardió hace apenas cinco días, en los que, según el director de Fomerrey, Eugenio Montiel, viven unas 50 mil familias en condiciones iguales o peores que en las que vivían los 400 damnificados de San Bernabé.

Bueno... ellos, a la fecha, no viven en ninguna parte y ello en situaciones espantosas, por ejemplo, bajo una mesa arrebatada a la lumbre que todo lo consume, donde una de las familias que perdieron todo buscó, tratando de dormir, una forma de mitigar el frío de los días pasados.

Eso porque, fuera de muchas latas de comida (confiemos que sin caducar), muchos rollos de papel sanitario y tablas y láminas para hacer más tejabanes iguales a los quemados (que fatalmente volverán a arder, pues así pasa en los ghettos), las víctimas no saldrán de ningún apuro.

Lo cierto es que, alimentado el fuego del ejemplo y del "¿por qué yo no?", las 50 mil familias de 512 asentamientos "humanos", mínimo un cuarto de millón de seres humanos en condiciones infrahumanas en el Estado, son un caldo de cultivo para la demanda de que el Gobierno y la "sociedad rica" les den lo mismo que les dieron -y más que les darán- a las que ya ardieron por el incendio de sus tejabanes.

Créame y compadezca tanto al Gobernador como al Alcalde Colosio porque, conforme el fuego de la reclamación de igualdad de derechos avance, les van a salir úlceras, les darán migrañas, acidez, taquicardia y otras expresiones de sorpresa mortal súbita, especialmente a aquellos que, como los jóvenes gobernantes, carezcan de la experiencia y temple que, por ejemplo le sobraban a Alfonso Martínez Domínguez.

El difunto ex Gobernador no se dejaba extorsionar ni por propios ni por extraños, entiéndase Alberto Anaya y Luis Echeverría, a quien AMD le aventó, primero el conflicto del 10 de junio, y segundo la Regencia del ex Distrito Federal.

A Anaya, líder concesionario del ghetto Tierra y Libertad, unas 100 veces más grande que San Bernabé, simplemente lo mandó encarcelar a la brava para bajarle lo bravo a un extorsionador desde entonces reducido a la institucionalidad.

Ni Samuel ni Luis Donaldo son el geronte malévolo don Alfonso. Si acceden a las peticiones de los 400 "damnificados" de San Bernabé -como ayer cedió Colosio-, tendrán la secuela de la "soap opera" en un alzamiento entre virtual y literal de las 50 mil familias posesionarias regadas por toda la zona metropolitana.

Ambos no tienen idea tiene de lo que es una banda de 50 mil familias duras extorsionando a una sociedad que dejará la bronca en las inexpertas manos del chivo expiatorio, municipal o estatal.

Lo invito, vecino, a que, si no me cree, se siente a esperar. Es lo único que podemos hacer, si es cierto que la lumbre se volverá a encender. Si no es cierto, simplemente demos gracias a Dios, que no al Gobierno, que se quedará helado paleta.

Ojalá me equivoque. Lo dudo.