Corrupción: la 'cajita feliz'

Primer acto:
 
-Su madre está grave, necesitamos operarla pronto, pero en el hospital (General de Xoco) falta lo elemental como gasas esterilizadas, guantes, vendas elásticas, cinta microporo...

-¿Qué se puede hacer para atender de inmediato a mi madre, doctor? -pregunta, angustiado, un joven trabajador.

-Bueno, mire, hay una persona que le puede ayudar porque vende esos artículos.

(En otros casos, el médico da una tarjeta con sólo un número telefónico, o de plano le indica al familiar que puede adquirir tales productos en un comercio situado cerca del Hospital General de Xoco, en la alcaldía Benito Juárez).

Segundo acto:
 
El hijo va a ver al proveedor y este le dice que, efectivamente, él puede venderle los artículos que supuestamente le faltan al hospital y que cuestan 2,000 pesos (los precios fluctúan entre 1,000 y 3,500 pesos). El hijo de la paciente no los tiene, pero va y los consigue con una agiotista. Sabe que no podrá devolver pronto el dinero, pero qué caray, dejar a su madre sin la cirugía que necesita no es opción.

Tercer acto:
 
El hijo se presenta con el médico, le entrega los insumos en una pequeña caja (la "cajita feliz" le llaman). Y escucha decir al galeno:
 
-Muy bien, con esto ya podremos operar a su mamá.

-¿Cuándo, doctor?

-En cuanto tengamos tiempo de quirófano.

-Pero me dijo usted que podía morirse si no se le opera de inmediato.

-No se preocupe, eso no pasará.

Es claro que el peligro de muerte no existía, pero sí representaba un factor de presión para el familiar de la paciente.

¿Qué pasa con el contenido de la "cajita feliz"? En realidad, en el hospital no faltan tales materiales, de modo que los insumos hospitalarios los recicla el proveedor, o el médico se los lleva a su consultorio privado.

Las repercusiones de la corrupción dañan en México a miles de personas todos los días y una de sus facetas más dolorosas e indignantes es la afectación a los estratos más desprotegidos de la población. Ciertamente, los gobiernos federal y locales combaten desde varios frentes a la corrupción, pero la tarea es enorme y no puede circunscribirse a los peces gordos que se roban dinero fiscal.

Corruptelas como las descritas no "pintan" frente a las cifras multimillonarias de la gran corrupción. ¡Ah!, pero cómo dañan la escuálida economía de los pobres, de los más necesitados, de quienes justo acuden a los hospitales públicos porque no pueden pagar ni la medicina privada ni tampoco pertenecen a algún sistema de seguridad social. Y al hacerlo sufren las insuficiencias del sector Salud, se ven precisados a esperar semanas, meses e incluso años para recibir el tratamiento o la cirugía que requieren. También quedan expuestos a los abusos de cierto personal médico.

En el sector Salud de la Ciudad de México, redes de médicos y personal administrativo, lejanos de toda ética, se ensañan con la población más desvalida y le roban no sólo su dinero, sino que muchas veces también la obligan a endeudarse para que su familiar pueda ser atendido, sobre todo en cirugía.

Es necesario poner a salvo la honorabilidad y el compromiso de la mayor parte del personal hospitalario -médicos, enfermeras, aseadores, administrativos- que, sobre todo en la lucha contra la pandemia de Covid-19, han puesto en riesgo sus vidas al atender a las víctimas del mortal coronavirus SARS-CoV-2, de tal suerte que conviene conceptualizar a los corruptos como una minoría en el universo médico-hospitalario.