ABUSO 

Como usted seguramente sabe, soy oriundo de Orizaba, Veracruz. Se trata de una ciudad que a principios del siglo XX era una de las más importantes del país, por su carácter industrial y su ubicación, a mitad de camino entre Puebla y Veracruz. Con el triunfo de la Revolución, el estado de Veracruz se convirtió en botín del sindicalismo oficial, y la industria dejó de crecer, primero, para después marchitarse. Por si fuese poco, en las últimas décadas Veracruz ha sufrido a un conjunto de gobernadores que pueden calificarse entre los más nefastos que ha conocido el país: Patricio Chirinos, Miguel Alemán, Fidel Herrera, Javier Duarte, Miguel Ángel Yunes y ahora Cuitláhuac García.

En esos 30 años, la capacidad financiera del gobierno estatal se vino abajo, pero también la seguridad en el estado, especialmente a partir de Fidel Herrera. En esas tres décadas, la participación de Veracruz en la economía nacional se ha ido reduciendo de manera consistente.

Sin embargo, en los últimos 12 años, Orizaba logró moverse en sentido opuesto. Para quien conoce la ciudad, la transformación ha sido impactante. Ha sido el resultado de alcaldes honestos e interesados por el avance de la ciudad: Juan Manuel Diez, Hugo Chahín, y ahora Igor Rojí. Aunque no es fácil hablar bien de políticos y autoridades, en este caso no tengo duda alguna, porque los resultados son los que hablan.

Mantener una ciudad razonablemente segura en un estado como Veracruz no es un asunto simple. En esos 12 años se logró construir una fuerza policial de más de 300 personas capacitadas, con armamento adecuado, y con un sistema de vigilancia (C5) que ha sido reconocido por autoridades estatales y federales.

Hace unos días, en un municipio vecino, fueron ultimados dos delincuentes por la Policía Estatal. Los cuerpos fueron trasladados al forense en Orizaba, que también depende de la Policía Estatal, y a ese lugar llegaron criminales a tomar venganza, asesinando a agentes estatales. El gobierno del estado no reaccionó investigando los hechos o solicitando ayuda al gobierno municipal, sino invadiendo Orizaba. Con centenares de elementos de Policía Estatal, Fuerza Civil y Guardia Nacional, apoyados por helicópteros, atacaron las instalaciones de la Policía Municipal de Orizaba este sábado. Su intención era detener a todos los elementos de esta policía, sin órdenes, sin pruebas, sin miramientos.

Como orizabeño, me preocupa que el avance logrado en poco más de una década, tanto en cuestiones de seguridad como de finanzas públicas y desarrollo económico esté en riesgo. Como veracruzano, me parece indignante que después de 30 años de saqueo y destrucción en el estado, se intente desde el poder abusar de quienes actúan diferente, de quienes trabajan y tienen éxito. Como mexicano, me parece importante compartir esto con usted porque se trata de un paso más en la destrucción del país.

Ignoro si algún policía municipal de Orizaba es culpable de algo, o trabaja para criminales. No sería raro, dadas las condiciones en que vivimos en todo México desde hace décadas. Pero, si así fuese, el Estado tiene instrumentos legales para actuar, respetando derechos humanos. Atacar una ciudad, tomar el control de la seguridad, sin que haya una orden legal para ello, es una invasión en forma.

Usted ha visto al presidente López Obrador burlarse de la ley desde hace muchos años. Lo ha visto hacerlo en las conferencias matutinas. Usted sabe que el Presidente ha mentido en decenas de miles de ocasiones. Usted es testigo de cómo intenta promover una ley inconstitucional para concentrar el poder vía el sector energético.

Bueno, sume ahora que él y sus seguidores están dispuestos a utilizar las armas contra aquéllos que no se inclinan. No sé qué más evidencia se requiera.