El negocio del amor: la ficha, el acto, la familia

Maritza y Abril dialogan con Periódico 5inco sobre su oficio. Soportan el escarnio de muchos, las conversaciones e intransigencias de otros. ”Hay una familia que mantener. Aquí nos tocó estar", dicen. Hasta tres trabajos tienen para sortear los obstáculos impuestos por el destino.
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- El negocio del amor es un viejo oficio con el que muchas mujeres llevan el sustento a casa. Alquilarse para platicar, tomar una cerveza, y si así lo pide el cliente, tener sexo, no es  fácil,  así  lo revelaron a Periódico 5inco Maritza y Abril, dos chicas dedicadas a la actividad.



Así como tampoco fue fácil convencerlas, temen a ser rechazadas, exhibidas y sobajadas porque a la carga que soportan por dedicarse a la actividad, el uso de las redes las ha vuelto más vulnerables al escarnio social.



"Un señor vino y tomó un video de una chica desnuda, y lo puso a circular en las redes sociales, todos le escribían cosas feas, tenemos miedo que nos pase eso, nosotros sólo desempeñamos un trabajo como cualquier otro. Si quieres platicamos pero que no nos vean el rostro, tenemos hijos", dice Maritza de 23 años.



Mientras tanto, Abril señala que a ella no le importa si se toman fotos, creció en la cantina de su tía y hasta se llegó a hacer cargo de todos los empleados, a sacar borrachos, a mantener a los hombres a raya, por eso señala que las que trabajan ahí en el sitio ubicado en el primer cuadro de la ciudad, deciden con quién se van y con quién no. También puede ser que sólo quieran fichar, platicar con los clientes.



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Los calendarios de chicas en bikini en la pared, la rokola y las botanas no pueden faltar aquí, pero apenas es la una de la tarde, sólo un parroquiano en la mesa de la esquina, cavila en sus pensamientos la cruda realidad. De día es poco el movimiento pero las chicas invitan en la esquina a pasar, porque su hora de entrada es a las doce del día y la casa pierde.



Finalmente Maritza y Abril se sientan a la mesa donde no hay cervezas esta vez, sino una libreta de notas  y las preguntas no son de clientes sino de una mujer como ellas que quiere comprender el oficio. Se siente feo, triste, al saber que trabajan casi las 24 horas del día para poder completar los gastos en casa, y para tener a sus hijos en escuela y darles un mejor destino.



VENDE CARO TU AMOR... AVENTURERA



Maritza se muestra renuente al inicio, se pone seria al recordar que comenzó a trabajar en el giro desde hace 5 años, cuando había egresado de la preparatoria, y se quedó como madre soltera y a cargo de sus padres, porque su único hermano desapareció del mapa, y nunca han vuelto a saber de él.



Hay algo de revancha en las palabras de Maritza, un dejo de tristeza, una mueca de hastío y dolor al recordar el pasado, no pudo continuar sus estudios, sus padres no tenían un empleo, "tomó el toro por los cuernos" y vino a trabajar a donde muchas no se atreverían a venir, porque hay que tener las faldas bien puestas, y no es que se promueva la prostitución, no, pero hay que ponerse en los tacones de otras.



De cuerpo muy delgado y tez morena Maritza lleva sus uñas bien pintadas, la bolsa y el celular en mano, para saber de su hija por la que paga cuidados, porque ella tiene tres empleos diarios: arregla que se la cuiden por la noche para ella dedicarse a lo suyo, al trabajo que le da de comer a ella y a los suyos.



"Por la mañana trabajo en una escuela apoyando a los maestros en el cuidado de los niños, de 12 del día a las 12 de la noche estoy aquí, y después si tenemos show en el grupo donde estoy, que cantamos y bailamos, pues hay que seguirle. Duermo muy poco, y tengo que pagar una persona que me cuide a mi niña".



Maritza señala que puedo ganar hasta mil pesos diarios en la cantina, pero además en las fiestas privadas la tarifa es de 5 mil pesos, que se reparten entre las chicas que participan.



"Cantamos y bailamos, son un grupo de amigas, tenemos todos nuestros documentos en regla, porque los del ginecológico no perdonan: nos citan cada jueves donde se nos entrega la dotación de condones, y se nos revisa para asegurarse que no tengamos enfermedad. Si salimos mal, nos boletinan con foto y todo a todos los bares, cantinas y hoteles. Es muy difícil el trabajo y mucha gente no lo entiende y nos critica".



NUNCA SABEMOS QUÉ CLIENTE NOS VA A TOCAR...

Y SI PUEDE PONERSE VIOLENTO




Abril creció en el ambiente del bar, su tía la llevaba al lugar desde temprana edad. Como se predica con el ejemplo, aprendió a tenerle apego al oficio, de ahí comía la familia. A los quince años de edad es la encargada del lugar, con un carácter de los mil diablos que ponía a raya a cualquiera que quisiera pasarse de listo, asegura.



"Yo lidiaba con todos los empleados, si se ponía alguien necio o peleonero, llamaba a la patrulla de policía. Aquí forjé mi carácter y no me dejo de nadie, vivo con mi segundo esposo que me da permiso de venir a fichar, porque le digo que estoy aburrida en la casa, que quiero venir a escuchar la música del bar y ver a la gente pasar, la cerveza a mi no me gusta, me gusta más la plática".



Los tatuajes en forma de estrella en las manos de Abril dan cuenta de un pasado triste. Explica que su primer marido era jugador de fútbol americano y falleció ultimado a balazos, después ella se "juntó" con su nueva pareja, pero ya no pudo borrar los tatuajes.



"Ya estaba yo trabajando aquí, y casada con mi primer esposo, pero lo mataron a balazos y me quedé a cargo de nuestra hija. Con más ganas me puse a trabajar para mantenerla, después conozco a mi nuevo marido del que tengo a mi segunda hija, no hay de otra, yo tengo que trabajar en donde Dios me puso, Dios me puso aquí, porque yo no elegí nacer en una familia dedicada a esta actividad", afirma con tristeza Maritza.



Lo más difícil para Maritza son las citas en el Registro Ginecológico, donde las registran de forma exhaustiva, y hasta son lastimadas en sus partes íntimas la mayoría de las ocasiones. Hay que hacer largas filas cada ocho días, para mantener el tarjetón que las autoriza a ejercer la actividad como "sexoservidoras".



"Las revisiones son muy dolorosas, a  mi siempre me han lastimado, además se siente feo cuando te ponen el fierro ese. Estamos más protegidas que cualquier otra mujer, por el uso del condón y las visitas al médico".



Otro de los riesgos de la profesión es encontrarse con clientes violentos, en el trayecto del bar al motel, y donde la trabajadora está en completa desprotección, por 400 pesos deberá de correr riesgos.



"Se cobran 400 pesos por el acto, es rápido porque a lo que vas y ya. No hay tiempo que perder con hombres necios, de repente sí hay algunos que se ponen tercos, pero por eso hay que saber controlar la situación. A mi nunca me ha tocado que se quieran pasar, pero pues aquí está cerca mi marido, él tiene un puesto ambulante, y de todo se da cuenta".



Cada ficha tiene un costo de 25 pesos, la plática puede extenderse por horas y ellas deben mostrar disponibilidad y hasta alegría, dar consuelo, ver a los hombres llorar por una decepción amorosa y un montón de problemas. Al oficio de ficheras y sexoservidoras se suma el del psicólogas, consejeras, amigas, confidentes y doctoras, doctoras del amor.



Si hay arreglo para ir al hotel, tiene que ser uno en específico, que siempre es el más cercano, del dueño del bar. La tarde cae y al lugar empiezan a llegar los clientes, las chicas se arreglan el maquillaje por enésima vez, la noche será larga y la familia espera en casa el sagrado alimento.



"Más noche se pone más bonito, más ambiente, porque se llena el lugar, hay que trabajar en lo que nos tocó, pero a mis hijas yo les quiero dar otra vida, que no trabajen aquí. Quiero que estudien una carrera, por eso no me importa dejar el alma en este lugar, todo es por ellas…", finaliza Abril mientras Maritza gana ya los primeros pesos del día, platicando con el cliente atrincherado en la mesa de la esquina.