REFLEXIÓN DOMINICAL

La Palabra de Dios escrita en la Biblia, de manera particular el Evangelio a veces es desconcertante, y el texto de este domingo, Mt 20, 1 – 16, es uno de esos textos.

En una sociedad en la que nada es gratis, en la que todo se mide, todo se cuenta, todo se vende o se puede comprar, la parábola que presenta el texto evangélico de los trabajadores enviados a la viña puede sonar muy chocante o hasta injusta. Y en verdad lo era para los cristianos de origen judío que no acababan de entender que los no judíos, llegados más tarde, tuvieran en la Iglesia el mismo lugar que ellos. Esta actitud ya se ha visto en otros personajes del Evangelio. Se ve en el joven rico que le pregunta a Jesús: ¿Qué debo hacer para obtener la vida eterna?; en el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, que le reclama al padre por la fiesta que éste hace a su hermano, que malgastó su herencia; en aquel fariseo que ora de pie en el templo y dice: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que poseo”.

Jesucristo al contar la parábola, invita a sus discípulos a cambiar de mentalidad, a dejar cálculos y crecer en generosidad; a pasarse de la raya en cuestión de misericordia, en la acogida de otros, así como en el trabajo por el Reino de Dios. Al terminar la parábola Jesús insiste en aquello que ya ha dicho más de una vez: “los últimos serán los primeros”.

Lo importante es el trabajo por el Reino de los cielos, trabajar por un mundo mejor; no que unos vayan adelante y otros detrás, que unos lleguen temprano y otros tarde. El trabajo por el Reino de Dios no es una competencia de haber quien llega primero, es servicio, apertura y solidaridad con todos, comunidad, y sobre todo, confianza en Dios, dueño de la viña y último responsable de que ésta produzca abundantes frutos.

Se puede orar con palabras del Salmo 144: “Bendeciré al Señor eternamente. Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca”.

Que la paz y el amor del buen Padre Dios permanezca siempre con todos ustedes.