El ardor de Luebbert

Los mensajes que publicó Oscar Luebbert la tarde del domingo en su cuenta de Twitter, sirven para retratar el ardor de su derrota, pero sobre todo para retratar el fracaso y frustración de la mafia política que respaldó su candidatura. 

Porque está claro que el de Reynosa no llegó solo. Con su derrota perdió el viejo PRI, ese de los dinosaurios acostumbrados a la trampa y al delito para aferrarse al poder.

Con la derrota de Luebbert perdieron también Eugenio Hernández, Baltazar Hinojosa (otra vez), Cavazos Lerma, Enrique Cárdenas y Ricardo Gamundi.

El común denominador de todos ellos se llama Tomás Yarrington, otro delincuente que espera su extradición para ser juzgado por su carrera criminal bajo el amparo del poder. 

Pero así como Oscar Luebbert no llegó solo, Sergio Guajardo tampoco. 

Además del apoyo de las bases priistas y el grupo de técnicos que controló la ingeniería de la elección, Sergio Guajardo contó con el respaldo del ex gobernador Egidio Torre y sus incondicionales. 

Los egidistas cobijaron a Guajardo y demostraron una vez más que ellos conocen mejor que nadie a su partido. 

Por eso no debe de extrañar la amplia diferencia en las votaciones; 256 delegados votaron por Sergio Guajardo, apenas 181 lo hicieron por Luebbert. 

La elección del pasado domingo será recordada como la primera vez en que el PRI Tamaulipas eligió democráticamente a su dirigente, quien llega sin la mancha de una imposición.

Por eso es normal que existan inconformidades después del proceso, y por eso también es normal que exista necesidad de una operación cicatriz. 

En la democracia se gana convenciendo a la mitad más uno, no con imposiciones como lo pretendía Alejandro Guevara, ni tampoco enlodando el proceso como lo hizo Luebbert. 

Y si algún priista quedó inconforme con los resultados, tenga por seguro que en gran parte se debe a la falta de costumbre en el respeto del voto y no exclusivamente al resultado. 

La importancia de esta elección radica en que la nueva dirigencia del PRI Tamaulipas será la encargada de encabezar el proceso electoral de 2018, y que en gran parte significa la selección de candidatos a los puestos de elección. 

Por eso a Luebbert y sus cómplices les duele la derrota, y es que era su última oportunidad para regresar al poder y poder seguir gozando de la impunidad que los mantiene fuera de prisión.

Lo que exhibe por cierto a Eugenio Hernández, quien presumía estar protegido por Osorio Chong y el propio Peña Nieto. Pero tal parece que se le acabó el encanto, o de que otra manera se puede explicar que su gallo no haya tenido el respaldo de Los Pinos. 
O que me dice del distanciamiento de Baltazar Hinojosa y Edgar Melhem, y es que el primero apoyó a Oscar Luebbert, mientras que el segundo dio su respaldo a Sergio Guajardo. 

Mismo caso que ocurrió entre Geño y Almaraz, aunque este no es su primer desencuentro y seguramente no será el último. 

Otro más que salió con la cola entre las patas es Ricardo Gamundi, y es que rata vieja no aprende trucos nuevos. La guerra sucia es su modus operandi, pero sin recursos para comprar el voto resulta que no es tan efectivo después de todo. 

En política las derrotas no son permanentes, pero no por eso dejan de ser dolorosas, especialmente cuando se acumulan. Y esto es precisamente lo que acaba de ocurrir con el viejo PRI de Tamaulipas, que ha dado un paso más rumbo a su extinción. 

Pues eso 

Es bueno saberlo: Otro que perdió con la derrota de Luebbert es Memo Martínez. Y es que el ex coordinador de comunicación social de Egidio Torre le volvió a jugar en contra y de nuevo prefirió defender los intereses de Eugenio a los de su ex jefe. Ya lo hizo antes cuando operó contra Alejandro Etienne, pero tal parece que no aprende la lección.