BORRAR LA HISTORIA

"Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo.

Jorge Santayana
 
 
A Josep Abad, historiador, el ayuntamiento de la ciudad catalana de Sabadell le encargó un informe sobre la nomenclatura de las calles y plazas con el propósito de quitar nombres que no fueran políticamente correctos. La petición surgió en un momento en que varias ciudades españolas se han dedicado a borrar nombres de personajes incómodos de la historia.

Abad emprendió su trabajo con el ánimo de un Savonarola y pidió que se retirara a una plaza el nombre del poeta andaluz Antonio Machado, por ser "españolista y "anticatalanista.

También pidió eliminar de las calles los nombres del pintor Francisco de Goya, el autor Pedro Calderón de la Barca y otros creadores por representar "un modelo pseudocultural franquista.

El Alcalde Maties Serracant rechazó la propuesta y añadió que "lo que hay que eliminar del nomenclátor son los nombres de los fascistas, pero cada vez son más comunes los intentos por borrar los vestigios de la historia con los que alguien no está de acuerdo.

En Estados Unidos algunos políticos han decidido quitar estatuas y monumentos que recuerdan a los Estados Confederados de América que se rebelaron contra la Unión Americana de 1861 a 1865.

La remoción de la estatua del General sureño Robert E. Lee en Charlottesville, Virginia, provocó manifestaciones de protesta de grupos conservadores y neonazis y llevó a un radical a atropellar con un vehículo a contramanifestantes y matar a una mujer.

La ciudad de Baltimore, Maryland, quitó decenas de estatuas y monumentos que conmemoraban a figuras de los Estados del sur.

En Cataluña, la Candidatura de Unidad Popular, o CUP, un partido de izquierda, ha exigido el retiro del monumento a Cristóbal Colón en Barcelona. El monumento a Colón en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México ha sido vandalizado en innumerables ocasiones por manifestantes.

En el cercano oriente, el Estado Islámico ha saqueado y destruido cuando menos 28 sitios históricos y religiosos porque considera que representan religiones falsas.

Entre ellos se encuentran la pared de Nínive en Iraq, la puerta asiria de al-Raqqah, varios artefactos históricos del Museo de Mosul, la ciudad asiria de Nimrud, la estatua del león de al-Lat en Palmira, Siria, el templo de Bel y el arco del Triunfo también en Palmira.

Quienes quieren borrar la historia tienen siempre buenas razones. Machado y Goya no nacieron en Cataluña, aunque Abad no sugirió quitar el nombre al pasaje de Mozart que desemboca en la plaza de Machado.

Colón es culpable de haberse topado con un continente que después sería conquistado por europeos. Los asirios cometieron el pecado de vivir antes del nacimiento de Mahoma.

El esclavismo de la confederación sureña es inaceptable, aunque George Washington también tenía esclavos y nadie está pidiendo quitar el monumento a Washington.

Remover o destruir la estatua de Lee o de Colón, como quitar el nombre de Machado a una plaza, es un intento por borrar la historia. Pero la historia no hay que borrarla, sino entenderla.

Pintarrajear la estatua de Colón en Reforma no elimina el hecho de que América fue conquistada por europeos, como poner una ofrenda en el vecino monumento a Cuauhtémoc no borra la dominación y las matanzas rituales que los mexicas imponían a los tlaxcaltecas y a otros pueblos vecinos.

No deberíamos aceptar la remoción o destrucción de monumentos históricos, sino defender el aprendizaje y la discusión de la historia, o las historias, que esos monumentos rememoran.