Apatía fatal

El pasado dos de agosto, en el kilómetro 34 de la carretera Rumbo Nuevo, un tráiler chocó contra un autobús de pasajeros que provenía de la Ciudad de México. El resultado fatal fue de 12 personas fallecidas y más de una docena de lesionados.
Exactamente un mes antes, el dos de julio, otro accidente similar sucedió sobre la misma ruta. También un tráiler impactó a un autobús de pasajeros cerca de Tula, con un saldo de siete muertos y cuatro lesionados. Las víctimas quedaron calcinadas porque las unidades ardieron luego del encontronazo.
Son apenas dos historias trágicas ocurridas recientemente. Pero si nos pusiéramos a hacer un recuento más amplio sumarían decenas los accidentes mortales que han ocurrido en las carreteras de Tamaulipas.
De acuerdo con datos estadísticos de la misma Secretaría de Comunicaciones y Transportes y del INEGI, las carreteras de Tamaulipas figuran entre las diez más peligrosas del país. En promedio, cada año ocurren en ellas 450 accidentes en los que fallecen alrededor de 200 personas.
Luego entonces, frente a tanta tragedia y ante tantas pérdidas de vidas humanas, cabe preguntarnos: ¿Por qué ninguna autoridad ha hecho algo al respecto?
Honestamente no alcanzo a vislumbrar ninguna posible respuesta.
Me imagino haciéndole la pregunta al delegado de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes o al jefe de la Policía Federal Preventiva, División Caminos, y no alcanzo a suponer una contestación lógica, congruente.
Y es que, definitivamente no tendrían forma de responder o de justificarse.
Porque déjeme y le dijo que,  la verdadera y única causa de tantos accidentes mortales ha sido  la apatía, la indolencia y la negligencia oficial para diseñar y desplegar una estrategia que permita reducir la peligrosidad de las carreteras tamaulipecas.
No ha sido la impericia, el descuido o la falta de precaución de los conductores lo que ha ocasionado tanta tragedia. En realidad la causa ha sido el valemadrismo de servidores públicos que se dedican a todo, menos a cumplir con su trabajo.
En vez de implementar operativos para vigilar que se respeten los límites de velocidad, sobre todo por parte de los traileros, los oficiales de la Policía Federal Preventiva prefieren dormir en sus destacamentos o en sus patrullas. Sus salidas a las carreteras las hacen sólo cuando ya ocurrió algún accidente.
Ojalá y que en los mandos centrales de la SCT y la Policía Federal haya funcionarios más responsables y comprometidos con su trabajo, para que ordenen el despliegue de medidas que impidan que se sigan enlutando familias por tanto accidente carretero.
No es posible que ante tantas tragedias las instancias de gobierno sigan cruzadas de brazos.

EL RESTO

Si el proceso electoral que está en puerta fuera un maratón, diríamos que, al menos en Tamaulipas, el PAN ya va a la mitad de la competencia y el PRI apenas se anda poniendo “en sus marcas”.
Y es que mientras los panistas tamaulipecos, encabezados por Francisco “Kiko” Elizondo, ya tuvieron la presencia de su líder nacional, Ricardo Anaya Cortés, y de Ernesto Ruffo Apel, uno de sus activos más emblemáticos y de mayor influencia en su militancia, los priistas siguen envueltos en un pleito interno por la disputa de su dirigencia estatal.
De ese tamaño la realidad tricolor.

ASÍ ANDAN LAS COSAS
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