Espionaje, juego de niños  

No hay razón para asombrarse tanto por la denuncia hecha por el New York Times sobre el presunto espionaje de que el gobierno mexicano hace víctimas a periodistas y defensores de derechos humanos.
No es motivo de sorpresa simple y sencillamente porque esa práctica o costumbre de los Gobiernos, tanto federal, estatal como municipal, es algo recurrente desde hace muchos años.
Si bien no es algo fácil de probar, porque se trata de una práctica ejercida precisamente por la autoridad que debería investigarla y sancionarla, aquí en Tamaulipas,  por ejemplo, siempre fue un secreto a voces que las administraciones de Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington Ruvalcaba, Eugenio Hernández Flores y Egidio Torre Cantú, tenían equipos especiales para escuchar y espiar hasta las actividades más íntimas de una larga lista de personajes de su interés.
En ese listado había de todo: políticos del mismo partido en el poder u opositores; empresarios, editores, reporteros, líderes sociales y hasta delincuentes.
De hecho, por ahí debe seguir vigente en alguna nómina estatal o municipal un veterano e inteligente personaje llamado Arturo Pedroza Aguirre, muchos años comandante de la desaparecida Policía Judicial del Estado y también de la actual Policía Ministerial.
El llamado “Cara de Niño” era (¿es?),  desde la década de los 90 o tal vez antes, el ojo indiscreto de los Gobiernos en turno. Su habilidad para esa práctica ilícita de grabar conversaciones ajenas que luego eran utilizadas como moneda de cambio, presión o chantaje, lo llevó a convertirse en un hombre cercano a las esferas de la clase gobernante en Tamaulipas.
De hecho, Hernández Flores llegó al extremo de colocar a su espía dentro de la misma estructura del Centro de Comando, Control, Comunicación y Computación, el llamado “C-4”. Desde ahí, el tampiqueño Pedroza se daba gusto reuniendo ilícitamente información de aquellos que le eran incómodos al “Góber”.
Y digo que ilícitamente porque nadie tiene derecho a violentar tu intimidad, a menos que haya una orden judicial de por medio.
Bajo ese contexto, si en aquel entonces ya era común el espionaje, no vemos porque debemos asombrarnos de denuncias como la del New York Times. Con tanto adelanto tecnológico, seguramente esa práctica es ahora un juego de niños.
Frente a esa realidad, lo único que nos queda a usted y a mí es no confiarnos tanto de lo que decimos al usar el celular, los correos electrónicos o las redes sociales.

EL RESTO

UNO.- En el norte del Estado los productores agrícolas hicieron un reconocimiento público al gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, por su gestión ante la Conagua para que les autorizarán 150 millones de metros cúbicos de agua para el riego de sus cultivos.
“Con este hecho nos expresa su preocupación por el agro tamaulipeco”, dicen los firmantes en una carta abierta.
DOS.- Hacia dentro del PRI las apuestas dan ventaja en la disputa de la dirigencia estatal a Óscar Lueebert. Le siguen Enrique Cárdenas del Avellano y Alejandro Guevara.
Entre ellos está el sustituto de Aída Flores Peña, dicen. Diremos.

ASÍ ANDAN LAS COSAS
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