La burla de Almaraz

El peor error de un servidor público, especialmente de los que son electos por decisión popular, es suponer que los ciudadanos son unos tontos.



Eso tienen los estafadores que incursionan en la política, creen que el cargo público les permite vivir del engaño y lucrar indebidamente con la confianza de quienes les dieron el voto.



Y no solo eso, piensan que con sus promesas y sus sonrisas puedes convertir su modus operandi en una carrera que les permita seguir enriqueciéndose del erario.



Y eso es precisamente lo que representa la precandidatura de Óscar Almaraz a la alcaldía de Victoria.

Una burla no solo a los militantes del PRI si no a toda la ciudadanía.



Porque de que otra forma se puede explicar que se le otorgue tan tremenda responsabilidad al cerebro financiero que permitió que Eugenio Hernández saqueara a Tamaulipas, y de paso se llenara sus bolsillos.



Deudas de miles de millones de pesos. Un estado hipotecado a 20 años. Enriquecimiento inexplicable, protección e impunidad no le son suficientes al brazo derecho del ex gobernador.



Lo que le falta es el poder, ese del que abusó por tanto tiempo y que le permitió construirse mansiones, automatizadas con la última tecnología y adornadas con exclusivas obras de arte propias de magnates.



Y estamos hablando de algo que ocurrió apenas hace seis años. Que sigue fresco en la memoria y sobre todo que sigue afectando la vida de todos los tamaulipecos, en especial la de los más necesitados.



Porque mientras Almaraz vive en su mansión, esos miles de millones de pesos que debían ser entregados como obras y apoyos a la gente desaparecieron de la noche a la mañana y mágicamente aparecieron como residencias de lujo a lo ancho del país y en el extranjero.



Los priistas tienen un viejo adagio, “el que ya bailó que se siente”. Y la razón es esta.

Por eso que el nombre de Almaraz aparezca en las boletas electorales, olvide usted el cargo, es el peor error que podría hacer su partido. Y es que estaría suponiendo que los victorenses son unos tontos, desmemoriados.

Almaraz representa el pasado. Eugenio lo dejó como diputado para que lo protegiera desde el Congreso Local, y apoyándolo de nueva cuenta busca alguien que le siga garantizando su impunidad.



Impunidad que peligra cada vez más con las investigaciones en su contra en los Estados Unidos. Situación que no ha pasado desapercibida para sus adversarios políticos.



Acorralado, escondido en su rancho de la capital, el ex gobernador sigue dando patadas de ahogado después de que su abanderado no recibió la candidatura a la gubernatura.



Derrotado, hoy quiere mantener su cuota de poder en la capital, el último resguardo que le queda para huir de la justicia.



Almaraz es su peón, quien también busca el fuero que lo proteja y lo mantenga fuera de la cárcel.

Evidencias en su contra hay muchas. Ahí esta el desfalco de Nuevo Laredo. Una obra de 483 millones de pesos que nunca llegó a concluirse y que sin embargo fue pagada.



Sabe quien autorizó esos pagos, el entonces Secretario de Finanzas del Estado, Oscar Almaraz.

Un préstamo internacional, por cierto. Regido por leyes internacionales.

Y este es solo un caso. Una muestra.



Por eso una persona con esos antecedentes nunca podría pasar el filtro del PRI, y de ningún partido político, para probar su legítimo modo de vida, mucho menos su honorabilidad.



La candidatura de Almaraz es una burla. Mejor darse cuenta antes de las campañas que a la hora de contar los votos en la jornada electoral.



Pues eso.



Es bueno saberlo: 1) En Tampico concluyeron los trabajos de demolición del edificio de El León Rojo, dando un paso más para el rescate del proyecto de la plaza Hijas de Tampico, que está por concluir en unas semanas y permitirá el acceso directo entre el centro histórico de la ciudad y el puerto.



2) Los vecinos del sector Campestre Itavu deben de estar muy contentos al recibir obras por más de 4.5 millones de pesos gracias al alcalde Pepe Elías Leal. Obras que incluyeron pavimentación, bacheo y recarpeteo de sus principales accesos.