Con el enemigo a cuestas 

El candidato del PAN a la gubernatura del Estado, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, carga a cuestas con su propio enemigo.



Es el mismo enemigo que le había impedido obtener anteriormente la candidatura y el mismo que le ha generado más animadversión que simpatías entre la militancia panista.



Ese enemigo se llama “soberbia”.



Conocí y trate de cerca al abanderado panista cuando era diputado local. Desde entonces supe de su engreimiento.



Soy un convencido de que el hombre es inteligente y habilidoso en el tema político y que podría hacer historia el próximo cinco de junio, pero esa pedantería que lo caracteriza lo limita y le resta simpatías en vez de sumarle.



Ahora que es candidato a la gubernatura, y que anda a la conquista del voto, supuse que había cambiado. Pero no. Cabeza de Vaca sigue siendo el mismo. Incluso, podía decir que anda más soberbio que antes.



Su endiosamiento le brota por los poros, en su lenguaje corporal, en la voz. Lo dejó claro, este miércoles en su encuentro con la prensa victorense .



Abordado a su llegada a una reunión con jóvenes empresarios en la capital, Cabeza de Vaca fue grosero, desatento, prepotente con los reporteros.



Aceptó la entrevista y contestó las interrogantes, sí, pero hasta que dijo lo que quiso y lo que le interesaba. Cuando un periodista intentó exponer una pregunta, lo interrumpió con un: “traigo noticias más importantes...” y se soltó hablando de la llegada al PAN de una regidora de Movimiento Ciudadano que renunció para sumarse a su proyecto de Gobierno.



Una vez que expuso su tema, otro reportero intentó iniciar la entrevista formal, pero el candidato prácticamente ordenó, con molestia en la voz: “espérate, espérate, déjala que hable”.



Fue hasta entonces que contestó los cuestionamientos. Habló de que desaparecerá la tenencia; de que certificará los policías tamaulipecos en Estados Unidos y de que no tolerará complicidades de los alcaldes con el crimen organizado.



Nosotros insistimos: el PAN luce hoy, por primera vez en su historia local, como una real opción para derrotar al PRI en la búsqueda de la gubernatura, pero si su candidato no cambia esa soberbia por sencillez y humildad, no llegará a ningún lado.



No entendemos cómo quiere conquistar el voto con esa postura. Tal vez a los periodistas poco nos importa ese trato soberbio,  porque finalmente lo entendemos como un gaje del oficio partiendo del hecho de que se trata de un padecimiento muy común entre los políticos, pero los electores son otra cosa.



Al elector no se le puede llegar con esa pose de pedantería y menos cuando se le va a pedir que cruce la boleta con su nombre.



Si el panista no entiende así las cosas estará cavando su derrota desde ahora mismo.

Y si no, al tiempo, tiempo.



EL RESTO



NO DEJA de verse raro un priista entre puro panista. Es el caso de Mario Leal Rodríguez.



Este miércoles, el tampiqueño asistió a un encuentro de Cabeza de Vaca con jóvenes empresarios, y fue obvio que no tiene muchas amistades entre los “azules”.

Caminaba de un lado a otro buscando acomodo entre las camarillas pero pocos le hacían caso.



ASÍ ANDAN LAS COSAS



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