Desprecio ciudadano

“Lo que se ve no se juzga”, reza la sabiduría popular para señalar que lo evidente no es motivo de juicio sino que simplemente se asimila.



Pues bien, la ocasión es propicia para trasladar ese antiguo adagio al terreno de las campañas políticas, donde la apatía o el desinterés ciudadano es evidente.

Simplemente el proselitismo político de las decenas de candidatos que pelean por un cargo de elección popular, no prende.



Y no necesitamos encuestas o estudios de investigación para darnos cuenta de que así es. Es una verdad que todo mundo puede ver aunque algunos quieran engañarse por conveniencia.



Para ello, basta con que analice usted el comportamiento de la población en los cruceros de la ciudad, donde es contundente el desprecio ciudadano por la propaganda que ofertan grupos de jóvenes contratados ex profeso por los candidatos.



Ese es sólo un referente, pero hay muchos más. Otro ejemplo sería el desinterés del elector por los mítines de los candidatos. Si no los llevaran obligados, o a cambio de un pago o promesa de empleo en caso de ganar, jure usted que los eventos estarían desiertos.



¿Cuáles podrían ser las razones de tanta apatía ciudadana? Seguramente usted tendrá sus propias respuestas, pero creo que al menos coincidiremos en dos: una,  la población ha alcanzado un grado de madurez de pensamiento y razonamiento que ya no se deja manipular por eslogan o frases de campaña huecas.



La gente ve como un insulto u ofensa que un candidato pretenda inducir su voto a través de una calcamonía donde aparece sonriendo y con una señal de triunfo, que todavía quiere que le permita colocarla en su vehículo.



Y dos, hay un total desprestigio por los partidos políticos. La sociedad los ve como simples membretes al servicio de un grupito de personajes, que se han dedicado durante años a servirse del poder público brincando de un cargo a otro, amparados unos por otros.



El asunto debería traer preocupadas a las autoridades electorales porque esa apatía ciudadana podría materializarse el día de la votación, con un abstencionismo mucho mayor al que se ha venido registrando en los últimos procesos electorales.



Por eso desde aquí le quiero decir que lo felicito a usted, como parte de esa sociedad pensante y madura democráticamente, por no dejarse seducir por las falsas promesas o el discurso hueco de los candidatos. Escúchelos, pero hasta ahí.



Pero también aprovecho la oportunidad para invitarlo, desde ahora, a que no esté pensando en incumplir su obligación de voto. Si hace eso, le aseguro que el daño será para usted mismo y los suyos porque de cualquier manera alguien ganara la elección y ese alguien nos gobernara o nos representara en el Congreso del Estado.



En razón de ello, lo mejor que podemos hacer es razonar desde ahora nuestro voto. Ya sé que no hay a quien irle pero frente a ello intentemos elegir al menos peor. Es mejor eso que no votar.



Le insisto: que bueno que hayamos madurado como sociedad, pero ¡por favor no esté pensando en abstenerse de votar! Eso sería premiar a los políticos transas que solo buscan el poder para beneficio propio.



¿Sale?



ASÍ ANDAN LAS COSAS



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