El amor de padre no tiene límites

Cada 15 días vienen desde Antiguo Morelos y permanecen 4 días aquí para acudir a rehabilitación. Es padre y madre; su ex esposa lo abandonó hace 24 años. "Cuidaré a mi hija hasta el día que Dios me permita"  
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Detrás de las dolorosas imágenes del Arquitecto Jesús Castillo y su hija con capacidad diferente en céntrica calle de la ciudad, se esconde una hermosa historia de amor digna de contarse.



Kisumi Yukari Castillo Rodríguez nació hace 28 años en Antiguo Morelos, Tamaulipas y actualmente recibe terapias en el Centro de Rehabilitación y Educación Especial (CREE) en Victoria, debido a la parálisis cerebral que padece.



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"Son 4 días los que permanecemos aquí (en Victoria), tengo familiares pero viven lejos, por lo que resulta mejor pagar un cuarto aquí cerca y gastar sólo en los taxis de aquí al Centro de Rehabilitación para cargar con mi hija, la silla de ruedas y la muchacha que me ayuda a a cuidar a mi niña y a la que pago por el apoyo", comenta Don Jesús.



Las citas para las terapias son cada 15 días, y en estos momentos el DIF ya no está apoyando con los gastos del transporte que los lleve de regreso a casa, situación que no impedirá que Yukari siga con las terapias.



"Por eso estamos aquí en la banqueta, no exigimos nada a la gente, los que nos quieran ayudar con algo son bienvenidos. Yo no siento vergüenza aunque vengo de una familia adinerada, yo soy el más pobre y ni tanto, porque Dios nos ayuda, yo sí trabajo pero los gastos son enormes: pañales, comida y quién me ayude a cuidarla mientras trabajo".



Don Jesús es Padre y Madre



Después de mostrar la tarjeta del Centro de Rehabilitación que prueba que lleva a su hija a las terapias, Don Jesús relata que su esposa lo abandonó cuando Yukari tenía 4 años de edad, porque no quería tener más hijos enfermos y no tenía la fuerza de voluntad ni amor de madre para aquella pequeñita especial.



"Y yo me hice cargo, le dije 'está bien vete'. Yo he sido padre y madre, me he preparado para el futuro, porque no quiero dejar a mi hija sola. Ahora quiero encontrar una mujer que no importa que no me quiera a mí, quiero que cuide a mi hija cuando yo falte, pero sólo Dios sabe cuándo... no quiero que vaya a parar a un albergue".



El padre ejemplar egresó de la carrera de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), incluso asegura hacer planos y venderlos en Ciudad Mante a bordo de su camioneta, en la que también vende artículos para fiesta (espumas y luces de colores).



"Yo no estoy pobre, pero con la enfermedad de mi hija no hay dinero que alcance. Muchísimos pañales y alimentos, ella está bien cuidada, porque no tiene llagas en su cuerpo, es mi hija y la cuidaré hasta el final".



La madre de Yukary vive en Nueva York, según señala Jesús y hace un año encontró a su antigua familia en estas mismas calles de Ciudad Victoria y hasta se tomó una foto con su hija a la que abandonó.



"Ella se casó con un puertorriqueño y tiene dos hijas, yo creo que se arrepintió, pero dijo que no podía cuidar de Yukari por su otra familia... yo no siento rencor".



Yukari está ataviada con la ropa que su papá le compra, vestidos y accesorios, zapatos nuevos y hasta reloj.



"Me gusta que ande bien arreglada ya es una mujercita de 28 años. Mire que tiene hasta pulseras y reloj, le faltan los aretes pero ya se los vamos a poner, unos buenos, porque los que traía le estaban lastimando sus orejas".



Don Jesús no puede quejarse del apoyo que le han brindado en el gobierno, pero lamenta que por estar en los últimos días de trabajo no apoyen para el pasaje de autobús.



"Este gobierno me dio una silla de ruedas pero es muy ancha y mi hija es muy delgadita, yo conseguí esta más pequeña, también la atienden bien, le lavan sus dientes y le dan las terapias de ejercicios, así andamos de Antiguo Morelos a Victoria".



Así transcurre la vida de un Padre que ama a su hija con parálisis cerebral y al que no le avergüenza recibir ayuda de las personas a pesar de ser un arquitecto.



"La próxima vez traeré los planos para que me crean que sí estudié, pero para cuidar de mi hija tuve que sacrificar muchas cosas, pero no me arrepiento porque cumplo con mi deber", finaliza así el relato de Don Jesús.