Casados o solteros, ¿quiénes son más felices?

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El matrimonio no da la felicidad, pero al menos puede reportarnos una pequeña alegría. Contrariamente a lo que muchos podrían pensar, pasar por el altar no nos hará más felices; la alegría inicial por el cambio de estado civil se olvida pronto y la mayor parte de los casados vuelve enseguida a sus niveles de bienestar previos al enlace.



Un estudio de varias universidades estadounidenses y europeas asegura que la satisfacción que reporta el 'sí quiero' es tan baja que no alcanza los 0,10 puntos en una escala de cero a diez. Esta alegría se debe más a la reacción ante el acontecimiento que a un incremento general de la felicidad de los contrayentes. Aunque es cierto, admiten los investigadores, que las personas casadas –y que permanecen casadas– se encuentran más satisfechas de lo que estaban antes de cambiar de estado civil. Estas diferencias con los solteros, reconocen, pueden deberse a factores pre-existentes: «La gente feliz es más propensa a contraer matrimonio». 

Durante 15 años, entre 1984 y 1995, 24.000 individuos fueron analizados para descubrir los mecanismos de adaptación que se esconden detrás de nuestro estado de satisfacción. La teoría dice que, aunque cada uno de nosotros reaccione intensamente a los acontecimientos importantes –ganar la lotería, sufrir un accidente de tráfico, casarse... –, enseguida nos habituamos a la nueva situación y progresivamente volvemos a los niveles de felicidad y bienestar anteriores al shock. 

Entre los participantes se incluyó a ciudadanos de las Alemanias Occidental y Federal previas a la caída del Muro, y a extranjeros residentes a derecha e izquierda del Telón de Acero. Cada año, un entrevistador contactó con ellos para preguntarles sobre su estado de ánimo, y cada uno puntuó entre cero y diez su grado de satisfacción general con la vida. La importancia del momento histórico también quedó reflejada en los datos, que reflejaron la insatisfacción de los años previos a la caída del Muro y la mejoría de 1989. 

Personas felices y gente infeliz  

Los resultados, publicados en el 'Journal of Personality and Social Psychology', también han demostrado que las diferencias individuales juegan un importante papel en las reacciones de cada uno. Las personas más felices antes de pasar por el altar fueron quienes tuvieron una reacción más neutra ante su nuevo estado civil, mientras que personas insatisfechas e infelices se mostraron mucho más entusiasmadas con el cambio experimentado en su vida. 

La explicación es sencilla, las personas felices, con una amplia red de relaciones sociales, son quienes menos tienen que 'ganar' en términos de felicidad; mientras que el 'sí quiero' puede suponer un cambio drástico –y muy positivo– para los individuos más solitarios y menos satisfechos con sus vidas. Una reacción perfectamente aplicable, a la inversa, a la viudedad; las personas más felices junto a su pareja son quienes peor reaccionan a su fallecimiento, y quienes más tardan en recuperarse de su muerte. 

Es lo que Brickman y Campbell llamaron en 1971 la 'rutina hedónica', la teoría por la cuál los seres humanos experimentarían casi siempre niveles estables de placer-bienestar-felicidad, gracias a nuestra capacidad innata para adaptarnos a las circunstancias y situaciones más extremas, tanto negativas como positivas. «La adaptación es rápida, completa e inevitable», dicen. La duda que trataba de resolver esta nueva investigación era si el matrimonio también respondía a estos mismos mecanismos. 

Sobre todo teniendo en cuenta que las bodas ocupan el séptimo lugar entre los 50 eventos más estresantes de la vida de una persona, definidos en 1967 por los doctores Holmes y Rahe. Para hacerse una idea de la importancia que tiene cambiar de estado, en esta lista, divorciarse y enviudar aparecían por delante de ‘ir a prisión’.