Pan de muerto, tradición muy viva

Sólo con azúcar, o relleno con crema o mermelada, las piezas que hoy y mañana no pueden faltar. Desde el corazón de la colonia Satélite, Raúl Báez pone todo su empeño en el negocio familiar. De la panadería Ruly’s, el chef da estudio a sus 3 hijas
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Ciudad Victoria, Tamaulipas.- El pan de muerto es una pieza que no puede faltar en la panadería Ruly’s, que abrió sus puertas hace dos años gracias a la fe de su propietario Raúl Alejandro Báez Lara.



La panadería de Raúl es un negocio familiar, no es una gran empresa todavía. La repartición de pan se hace por las tiendas de abarrotes del rumbo, todas las tardes de lunes a sábado, pero el sazón de este gran chef va conquistando a los victorenses que son grandes seguidores del pan de dulce y más cuando de trata de las fiestas de día de muertos.



"Es un negocio improvisado que da para comer a la familia y las escuelas de las hijas que son tres. Yo trabajé en varias panaderías, pero hace dos años me animé a poner la panadería. Un amigo cerró la suya y me vendió los hornos, con facilidades para pagar, ahí la llevamos".



Mientras prepara la masa para el pan de muerto, Raúl, quién es uno de los mejores chefs de la Ciudad, aunque no tiene escuela, señala que el sueño de su vida es abrir un día su propio restaurante donde también cocine pan.



El pan de Raúl ha conquistado a clientes de casa y del extranjero. En el antes llamado hotel Holliday Inn trabajó por espacio de tres años como jefe de cocina.



"Ahí me felicitó la señora Tere, la chef del programa ‘Cocinando con Teresita’ porque probó mi pan y le gustó mucho. También conocí ahí a la chilindrina y otros artistas y personajes famosos muy exigentes a la hora de pedir comida, afortunadamente nunca quedé mal con nadie".



El pan de muerto se hace de dos formas o presentaciones: solamente con azúcar; o relleno de crema o mermelada de piña, con ajonjolí encima.



“Aprendí a hacer el pan de muerto y otras variedades desde los 9 años. En mi casa fuimos 10 hermanos y la necesidad nos obligaba a buscar trabajo para ir a la escuela, comprar zapatos y ropa, porque mi padre no vivió con nosotros, al menos si no le dábamos dinero a mi madre no le pedíamos".



El sabor exquisito del pan de muerto se lo da el toque de canela y naranja, pero no el zumo en sí, sino la ralladura de la cáscara que se agrega a la masa.



Y hacer pan es todo un arte: las manos de Raúl dan forma a los tres huesos que atraviesan el círculo de lado a lado; remata con una bolita de pan al centro.



“Los huesitos son las extremidades, y la bolita es la cabeza del difunto. Es una tradición muy nuestra que no creo que vaya a morir un día".



Raúl recuerda cómo se volvió panadero casi sin buscarlo, cuando sólo quería ganarse unos pesos y que le dieran las boronas que quedaban para comerlas.



Todos los días pasábamos por la panadería a la salida de la escuela a pedir las boronas que íbamos comiendo, hasta que un día Don Felipe Rodríguez de la panadería de la Horacio Terán me permitió ayudarle a batir la masa, para ese tiempo ya vendía pan en un canasto por las calles de la ciudad.



“Mi meta en aquellos años era no regresar a casa hasta que vendía todo el pan. Otro de mis hermanos ya era panadero y él también me enseñaba, pero en realidad lo que quería era ser chef ".



Raúl ha trabajado para grandes eventos como asistente de cocina:



“Trabajé con un chef de Estados Unidos que vino a hacer un banquete para una fiesta muy importante y lo traje a mi humilde cocina. Se quedó sorprendido de cómo los mexicanos improvisamos herramientas, hacemos mucho con poco, ese día me hizo segundo chef en la fiesta, me compartió recetas y eso es un honor porque aquí no cualquiera comparte sus conocimientos".



El trabajo de levantarse a las 6:30 de la mañana y comenzar a batir la masa, preparar los panes, meterlos al horno, requiere de un gran empeño más cuando no se tiene ayuda.



“Termino de hornear a las 2 de la tarde, después espero un poco y me voy a repartir el pan a las tiendas. Sólo descanso los domingos, me gusta mucho mi trabajo de panadero, y más cuando de aquí sale para darle a mis hijas. Quiero que estudien una carrera profesional, la más grande ya entrará a la universidad".



Algo que le habría gustado a Raúl es tener un título de chef, porque lo han relegado en los trabajos: la escuela de la vida y las muestras de que sabe hacer cualquier platillo, y hasta crear, no son suficientes.



"El no tener un título me obligó a emprender este negocio, ser mi propio jefe, en Monterrey me pedían el título de chef. Las empresas importantes contratan personas tituladas".



El pan de muerto acaba de salir del horno, se vende a 15 pesos la pieza, mismo precio que en las tiendas.



Otras variedades como las conchas, los hojaldres, donas, bisquets, cuernitos, bolillos, son de 3.50 pesos.



Panadería Ruly’s está ubicada en la calle Osa Mayor, número 4007, de la colonia Satélite, donde pueden encontrar pan fino, repostería y pasteles para toda ocasión.



También pueden llamar a los teléfonos 834 16 6 66 04 y 83411 7 40 17 para hacer sus pedidos. Recuerden que también se hacen platillos para eventos.