Vara equivocada

Es una verdad suficientemente conocida que durante al menos los tres últimos sexenios un selecto, pero numeroso grupo de tamaulipecos, se enriqueció al amparo de los dineros públicos.



Cobijados bajo las siglas del PRI, tejieron una cadena de complicidades que les permitió perpetuarse en los cargos de mayor relevancia, desde Secretarías, Subsecretarías, direcciones generales, y otros de menor jerarquía en la estructura gubernamental pero que también estaban muy bien cotizados.



Sexenio tras sexenio se la pasaron disfrutando de las comodidades que permiten sueldos y compensaciones excesivas, y otros privilegios como el uso de vehículos oficiales, pago de viáticos para viajar hasta con las familias, entre otros, que ni en sueños obtendrían en una empresa privada.



Por todo ello resulta entendible y aplaudible que la nueva administración panista haya comenzado a operar una especie de “barredora”,  para expulsar del sistema de Gobierno a toda esa camarilla de vividores que durante casi 18 años o más, vivieron “colgados” del presupuesto público.



Sin embargo, en esa depuración de la estructura burocrática se han venido cometiendo injusticias y excesos, violentando derechos y dignidades de servidores públicos institucionales que injustamente fueron medidos con la misma vara que se está usando con aquella camarilla de la que le hablo.



Así, una gran cantidad de servidores públicos que dejaron la mitad o más de su vida entregados de lleno al ejercicio de una actividad profesional que aman, de pronto se encontraron con la noticia de que habían sido “renunciados”.



“Usted formó parte de un grupo de funcionarios priistas que son los culpables de que Tamaulipas esté sumido en esta situación de violencia delincuencial”, le argumentó uno de los nuevos funcionarios a un joven director de una dependencia pública al momento de informarle de su despido.



De nada le valió al afectado su impecable trayectoria de 25 años y su institucionalidad.

Frente a esa situación, que se sigue dando en muchas dependencias, surge obligada una pregunta: ¿sabrá de ello el Gobernador, Francisco Javier García Cabeza de Vaca?

Dudo que así sea. Desde su campaña como candidato;  ya triunfado en las urnas y ahora en el ejercicio del cargo, el mandatario ha enseñado una personalidad que luce muy alejada de tolerar las injusticias.



Su discurso ha estado siempre al lado de la justicia, de la transparencia, de la honestidad.



Creo más bien que hay Secretarios que han caído en abusos y excesos, sin importarles con ello el daño que causan a burócratas inocentes que ninguna culpa tenían de la podredumbre que envolvió al sistema de Gobierno.



Como es lógico, estas injusticias de que le

hablo comienzan a generar inconformidad contra el nuevo Gobierno. Para comprobarlo basta con hacer un pequeño y sencillo sondeo en cualquier dependencia pública.



Porque el malestar no es propio de una sola dependencia. Se da en casi todas.



Definitivamente no pueden usar la misma vara para medir a toda la burocracia. No puede ser así porque no todos en el Gobierno estaban entregados al pillaje. Eso resulta obvio.



ASÍ ANDAN LAS COSAS



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