El mismo rollo

Si los problemas de la sociedad se resolvieran a base de discursos y leyes tendríamos un paraíso como país. Seríamos referente mundial como nación.



Desgraciadamente no es así. La clase gobernante se la ha pasado durante décadas construyendo proyectos y ofreciendo soluciones para la problemática de la colectividad, pero ha sido incapaz de generar resultados.



Sucede así con el tema de la violencia contra las mujeres. Mucho se ha legislado al respecto y bastante se ha prometido pero el fenómeno no sólo no ha disminuido sino que se ha incrementado.



Este 25 de noviembre se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Desde diferentes tribunas abundaron los pronunciamientos de repudio hacia quienes siguen abusando de las féminas, y se repitieron los reclamos para que, desde las instancias oficiales, “ se haga más para concretar la protección a las mujeres”.



Pero es el mismo rollo de cada año. Las mismas exigencias, las mismas críticas, las mismas condenas, y lo único diferente que vemos es que , en vez de disminuir , aumenta la violencia hacia las damas.



¿Qué ha fallado? Ha fallado el Gobierno porque no ha sido capaz de anexarle al discurso programas concretos de apoyo o auxilio a quienes padecen violencia. La idea solo ha quedado en eso pero nada se ha materializado en la realidad.



Le pongo un ejemplo , que se repite constantemente en las agencias del Ministerio Público: una mujer llega bañada en sangre y morotoneada ante el representante social para denunciar penalmente a su agresor, que por lo general es su pareja o concubino.



No ha transcurrido ni una semana cuando esa misma mujer regresa para otorgar el perdón a su atacante y retirar la denuncia penal.



Es un perdón por lo general obligado porque la víctima y sus hijos

dependen económicamente de su agresor.



Bajo esa circunstancia de dependencia,  la agredida se coloca frente a una disyuntiva: entre mandar a prisión a su atacante y quedarse sin sustento económico, u otorgar el perdón para garantizar el sostén de la familia a costa del riesgo, que por lo general se concreta, de recibir pronto otra golpiza. Obviamente la opción elegida es la segunda.



En ese punto es donde el Gobierno no ha hecho la tarea. Si le ofreciera a las  víctimas de violencia un auténtico apoyo, con empleo, con garantía de educación para sus hijos, y con cobertura mínima de sus necesidades más elementales, entonces sí habría más agresores castigados y menos mujeres violentadas.



El problema está en que, como lo decía, el papel del Gobierno no ha llegado más allá de los buenos deseos y excelentes propósitos. Ha sido puro bla, bla, bla.



Ojalá y que llegue el momento en que los festejos de días como el de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer,  se celebren con datos duros en los que se den cuenta de decenas o cientos de victimarios sentenciados, y se publiciten porcentajes contundentes de la disminución del fenómeno.



Mientras no sea así, de poco o nada sirve seguir escuchando ese discurso fastidioso en el que funcionarios públicos , legisladores y hasta líderes de ONG, hablan de lo gravísimo que es la violencia contra la mujer. Eso ya lo sabemos. No necesitamos que lo repitan cada 25 de noviembre o cada que una mujer muere víctima de una agresión.

¿O no cree usted?



ASÍ ANDAN LAS COSAS



roger_rogelio@hotmail.com