¿Qué pasa por la mente de violador y asesino de menores?

Rafael Uribe Noguera, integrante de una familia adinerada en Bogotá, es el presunto asesino de la pequeña de siete años
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Bogota, Colombia.- El caso de Yuliana Andrea Samboní, la niña de siete años que fue raptada, violada, torturada y asesinada presuntamente por el arquitecto Rafael Uribe Noguera ha causado indignación en Colombia.



El día del hecho, Uribe Noguera, de 38 años , "consumió cocaína y opiáceos, que es una familia de medicamentos en las que hay incluidas otra serie de moléculas", según el reporte de la Clínica Vascular Navarra.



El arquitecto es señalado de feminicidio agravado, acceso carnal violento, tortura y secuestro agravado por parte de la Fiscalía.



PSICOLOGÍA



El Heraldo habló con especialistas para determinar el perfil de Uribe Noguera y los posibles efectos que pudieron tener el alcohol y la cocaína en sus acciones.



Isabel Cuadros, psiquiatra y directora de la Fundación Afecto contra el Maltrato Infantil, indica que Uribe “básicamente tiene una pedofilía y no sigue una norma social, lo que apunta a una psicopatía”.



“Estas personas son a veces producidas por la sociedad. En el caso de Luis Alfredo Garavito fue todo el maltrato que le hicieron lo que produjo lo que hizo. La psicopatía tiene que ver con lo que le hacen de niños que lo puede llevar a desarrollar personalidades violentas”.



​José Manuel González, sexólogo, asegura que “las personas que hacen lo que le hicieron a esta niña son enfermos mentales”.



“La mente no le está funcionando bien, funciona de una forma alterada y de pronto estaban pensando que sí le estaban haciendo daño y disfrutaban de eso, o de pronto pensaban que no le estaban haciendo daño”, agrega.



González explica que la cocaína y cualquier otra droga “facilita que la persona vea cosas que le provoque”



El toxicólogo Jairo Cepeda manifiesta que ante las declaraciones de Uribe, donde dice que tomó alcohol y cocaína y que posteriormente fue llevado al centro médico porque sintió algo en el pecho, se puede identificar la mezcla de sustancias.



“La cocaína y el alcohol forman una sustancia nueva, cocaetanol, esa sustancia es muy cardiotóxica. Si el hombre no es sicopático, además de haber tomado esto, debía estar muy estresado. Cuando se habla de cocaína y de estrés, ambas aumentan unas sustancias que se llaman catecolaminas (dopamina, norepinefrina y adrenalina), ellas son las que manifiestan los efectos”, apunta.



ANTECEDENTE



El caso de la pequeña Yuliana Samboní, de solo 7 años, ha ocasionado que habitantes de Colombia, en especial de Bogotá, muestren su rechazo, dolor y tristeza, y que pidan a toda costa justicia por lo que sufrió la niña a causa de un presunto depredador que es de familia adinerada, por lo que temen que pueda salir impune de sus actos.



Hace días, en un lujoso departamento del barrio Bosque Calderón Tejada, fue encontrado el cuerpo sin vida de la niña indígena, con señales de posible abuso sexual.



El departamento pertenece a Rafael Uribe Noguera, quien pertenece a una familia dueña de una constructora, quien fue arrestado por autoridades de la capital del país y dejado a disposición de la Fiscalía para ser presentado ante un Juez de Control de Garantías, acusado por el homicidio de la pequeña Yuliana.



El caso se volvió tendencia en redes sociales, plataforma donde usuarios de Colombia y otros países exigen justicia y que, de ser culpable del atroz acto, se le aplique todo el peso de la ley a Uribe Noguera.



Hace 4 años, Yuliana Samboní y su familia llegaron a vivir a un sector subnormal de Bogotá, tras ser desplazados de Los Milagros, en la vereda El Tambo, departamento del Cauca, lugar que tuvieron que abandonar por culpa del conflicto armado.



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Los restos de la pequeña se trasladaron a Medicina legal en Bogotá, lugar donde se le practicará la autopsia de ley, con la cual buscarán esclarecer el motivo de su muerte y si fue víctima de abuso sexual.



Mientras tanto, la familia de Yuliana sigue sin creer lo ocurrido, algo que los llena de tristeza y dolor ante la impotencia y el saber que ya no podrán volver a ver esa sonrisa.



Pese al sufrimiento que los carcome cada instante, los padres de la niña esperan que la condición social que tiene el presunto asesino no sea factor para que no se haga justicia.



Con información de El Debate, La Nación y El Heraldo