ESTRATEGIA Y LIDERAZGO 

Sin lugar a dudas el Presidente se encuentra fuera de sí, luego de las revelaciones que implican en severos conflictos de interés y en una vida de lujo inexplicable a su hijo José Ramón. Lo anterior ha sido un golpe muy fuerte a López Obrador, pues exhibe la falsedad de su discurso en pro de la austeridad y la lucha contra la corrupción.

Es cierto también que el Presidente ha llegado muy lejos en su proceder contra los periodistas que han exhibido la corrupción en su entorno familiar, lo cual ha suscitado una gran indignación y preocupación. Diera la impresión, además, que López Obrador comenzaría a hundirse víctima de su propia narrativa, cegado por el rencor y su ánimo de venganza.

Pero sería un error pensar que el Presidente está derrotado tras la exhibición de la casa de Houston y todas sus derivadas. No hay que perder de vista, en primer lugar, que en un entorno de tal polarización y rencor social como el que vivimos, exacerbado en gran medida por el delirante discurso presidencial, aún existen amplios sectores de la población que siguen identificándose con López Obrador.

Sin duda alguna fue llamativo el cierre de filas en torno a Loret de Mola por los ataques en su contra, pero me parece un exceso pensar que es un punto de inflexión con miras a las elecciones de 2024. Dudo mucho que la expresión "Todos somos Loret" sea relevante para la inmensa mayoría de la población, ni representa un factor de cohesión para los opositores a Morena.

Por otro lado, no existe hasta ahora una narrativa en la Oposición que sea capaz, no tan sólo de capitalizar la falacia que representa el proyecto de la 4T, sino de presentar una alternativa distinta frente a dicho proyecto político. La sociedad requiere no tan sólo que se desenmascare al tirano, requiere también rumbo, de otra manera es brincar al vacío. ¿Cuál es la alternativa frente la "tierra prometida" que ofrece López Obrador?

Es un hecho, además, que hoy no existe un liderazgo fuerte capaz de movilizar a la sociedad, no tan sólo por los escándalos del hijo de Presidente, sino por la grave situación que vivimos en México: inseguridad creciente, crisis económica, muertos por el Covid y falta de medicamentos para los niños por cáncer.

Desde luego hay liderazgos empresariales valiosos, pero que para amplios sectores de la población no representan nada, es más, no los conocen. No existe un discurso empresarial con enfoque social que conecte en el ámbito popular, y la influencia de los empresarios implicados en política casi siempre se limita a sus propios ámbitos, a las mesas y a los chats de siempre, en los que no deja de hablarse del riesgo que representa Morena y en los que todos los días circula una gran cantidad de "memes" para burlarse del Presidente.

Y qué decir de los dirigentes de los partidos políticos o sus militantes más destacados. Tampoco se observa un liderazgo fuerte capaz de articular un movimiento fuerte desde la Oposición. Casi todos están preocupados y ocupados en cuidar lo suyo: sus posiciones de poder o su inclusión en listas de candidaturas plurinominales.

Es cierto que no basta con tener un candidato fuerte, sino que tiene que existir una agenda y una sociedad articulada, pero las grandes transformaciones políticas se han dado de la mano de liderazgos fuertes. Hoy no es fácil identificar quién podría ser el candidato de la alianza opositora, que además de carisma debería seguir una ruta estratégica, disponer de los recursos necesarios y ser capaz de lograr acuerdos políticos con muchos actores que se disputan el poder.