CRECIMIENTO

"Ten cuidado con la actividad de inversión que produce aplausos; las grandes medidas son usualmente recibidas con bostezos".

Warren Buffett
 
 
No me preocupa realmente la decisión de Citigroup de vender las operaciones de menudeo de Citibanamex. Es una decisión corporativa que refleja una estrategia global sensata para un banco que ha tenido un mal desempeño en nuestro País y el mundo.

Me inquietan más las señales que sugieren que México, ante una inversión insuficiente, seguirá teniendo un crecimiento económico reducido en 2022 y los próximos años. Nuestro País necesita, mucho más que Citigroup, un cambio de estrategia.

La Comisión Económica para América Latina (Cepal) está proyectando que México tendrá un crecimiento de 2.9 por ciento en este 2022. Es la primera reducción en las estimaciones para un año que apenas empieza.

En sus Criterios Generales de Política Económica, la Secretaría de Hacienda previó una expansión de 4.1 por ciento para 2022. A dos semanas de iniciado el año, la predicción ya es obsoleta. Lo peor es que a fines de 2022 México seguirá teniendo un Producto Interno Bruto inferior al del inicio del sexenio.

No es necesario inventar el hilo negro para entender que el crecimiento requiere de inversión productiva. En México hemos tenido una larga historia de bajos índices de inversión, los cuales han sido responsables de un crecimiento económico muy bajo, pero que ahora se han reducido más.

En los Gobiernos anteriores tuvimos una inversión fija bruta de 22 por ciento del PIB, lo cual explicaba la anémica tasa de crecimiento de 2 por ciento al año. El objetivo era subirla a 24 por ciento, para crecer al 4 por ciento, pero en lugar de eso hemos bajado. En el segundo trimestre de 2020 caímos a un nadir de 18.3 por ciento; en el tercer trimestre de 2021 registramos 20.4 por ciento (México: ¿Cómo vamos?).

¿Cuánto invierten otros países? La República Checa, 26.3 por ciento del PIB; Vietnam, 27.9; Corea del sur, 31.3; China, 41.9. Entre los desarrollados, Suecia logra 26.9 por ciento; Noruega, 29.6; Canadá, 24.9; Alemania, 22.4 por ciento.

Los países con bajos niveles de inversión tienen un escaso crecimiento económico y no pueden reducir la pobreza; es el caso de Italia, con 19.6 por ciento, Brasil, con 16.7; y México, con 19.3 por ciento en todo 2020 (Banco Mundial).

No sorprende que tengamos niveles tan bajos en nuestro País. El Gobierno ha tomado medidas que atacan directamente la inversión productiva. La cancelación del aeropuerto de Texcoco y de la planta cervecera de Mexicali son dos ejemplos sonados, pero hay muchos más. Nuestras autoridades se vanaglorian, por ejemplo, de que no han dado ninguna concesión minera desde que asumieron el poder, pero el resultado ha sido un desplome de la inversión en el sector de 15.6 por ciento en 2021, según la Cámara Minera de México (Camimex).

La clausura de plantas farmacéuticas, y la falta de permisos para que otras nuevas empiecen a operar, han contribuido al dramático desabastecimiento de medicinas, pero también han inhibido las nuevas inversiones en un campo en el que México era líder en Latinoamérica. El gobierno ha frenado también toda inversión privada en electricidad e hidrocarburos.

El Presidente presume siempre sus proyectos favoritos de inversión: el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles y el corredor transístmico. Son, sin embargo, insuficientes para reemplazar la inversión que se ha perdido.

No hay certeza, por otra parte, de que serán proyectos social o económicamente rentables; y la experiencia nos dice que invertir en proyectos no rentables es peor que no invertir: es, simplemente, tirar el dinero.