CUESTIÓN DE PRINCIPIOS 

Querido Arturo:
 
Hace más de dos años escribí un texto (11 de julio 2019) en este mismo espacio refiriéndome a tu nombramiento como Secretario de Hacienda.

En ella te felicitaba y te comentaba que tanto los banqueros como los empresarios habían aplaudido tu designación y que habían reconocido tus "sobradas credenciales profesionales y amplia trayectoria en el sector público para conducir con responsabilidad las finanzas públicas del país".

La verdad es que estaba feliz no nada más por mi país, sino por tu padre, Arturo Herrera Cabañas (1940-1994), a quien conocí muy bien en la época en que era director del Archivo Casasola de Pachuca.

Le admiraba muchas cosas, su honestidad, su amor a México, y el hecho de que hablara náhuatl y hñahñú. Además, de ser un lector voraz, era presidente de los alpinistas hidalguenses.

Nada me gustaba más que ir a comer a Pachuca a tu casa. Para mí era una verdadera fiesta. Guardo aún muy buenos recuerdos de los menús de tu madre: un caldo delicioso de barbacoa, el cual había sido cocido bajo tierra, tacos de escamoles con unas deliciosas tortillas gordas, y cómo olvidar las salsas verdes y rojas.

Además de estos banquetes, me gustaba ver a tus padres Arturo e Irma Eugenia Gutiérrez relacionarse con sus tres hijos pequeños, Arturo, Tonatiuh y Yuri, como si se tratara de un trío de adultos, inteligentes y dueños de sus propias opiniones.

Tus padres discutían sobre literatura, cine, política, pero sobre todo de historia de México, especialmente la hidalguense. Un día me regaló su libro "Rebeliones Campesinas en el Estado de Hidalgo".

Sin duda tú eras el más serio de la familia, se hubiera dicho que siempre estabas discerniendo en tu fuero interno temas muy complicados y que supongo que tenían que ver, naturalmente, con la economía.

Eras también el más tímido. Nunca te enojabas, ni te querías lucir, y rara vez tomabas la palabra. En cambio, tus hermanos Tonatiuh, egresado de El Colegio de México (investigador y docente en la Universidad de Hidalgo), y Yuri, eran los más conversadores, junto con tu padre.

Con los años, me fui enterando que Yuri se había convertido en un escritor muy respetado, merecedor de varios premios, entre ellos el Anna-Seghers y que es profesor en la Universidad de Tulane en Nueva Orleans.