Una familia que lucha por salir adelante

Originarios de Oaxaca, se ganan la vida tocando música mexicana, mientras llega la cosecha en su pueblo
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- Mientras esperan el tiempo de cosecha, Javier y Rosa se ganan la vida tocando la música tradicional mexicana en las calles de Victoria.



Hace un mes que la familia originaria de Oaxaca llegó a la capital de Tamaulipas, en busca de sobrevivir mientras llegan las lluvias a su pueblo.



“Allá es un pueblito muy pequeño, casi no hay gente, no podemos tocar la música allá, todos nos dedicamos a sembrar pero aún no llueve, y hay que salir a buscar otra forma de ganar dinero", dice Javier, de 22 años.



Es la primera vez que Javier y Rosa se atrevieron a salir de su pueblo, lo decidieron porque tienen una hija de tres años a la que necesitan alimentar.



Rosa acompaña todo el día a su marido en el trabajo de la música, tiene en brazos a su hija durante todo el día y está sentada sobre el piso, mientras Javier toca una y otra vez para aprovechar la afluencia de personas que festeja el Día de la Familia.



“Yo aprendí a tocar el acordeón viendo a otros tocar, nadie me enseñó porque en mi familia todos son campesinos”, comenta Javier.



“Algo que me hizo aprender fue la necesidad, buscar otra actividad porque ya no se vive de la siembra de la parcela", agrega.



Más de 15 piezas conforman el repertorio del músico mixteco que sólo cursó hasta el cuarto año de primaria.



Con lo que reúnan piensan regresar a su pueblo apenas se presenten las lluvias, (marzo a junio) y comprar las semillas de maíz, frijol y calabaza.



“Lo que se siembra no se puede comercializar porque allá todos sembramos lo mismo. La cosecha se usa en casa, y es lo que comemos todos, mi padre y mis hermanos: frijoles, calabazas y el maíz para las tortillas".



La vida para muchas familias de México como la que constituyen Rosa y Javier es demasiado difícil, que deben migrar en busca de oportunidades.



Si usted se encuentra a Javier y a su familia en la calle Hidalgo, escuche su música y ¡déle una moneda!