CONTRA APOCALÍPTICOS 

Jesús Zamora Bonilla es un filósofo y economista español que además es novelista. Así fue como supe de él inicialmente, por Día de Reyes, su primera novela, bastante agradable. Le siguió Errar es de ángeles, que es la mejor que ha escrito, y que debería usted leer. Sin embargo, además de ello ha publicado varios libros más académicos, o como gustemos llamarles. Hace unos días salió Contra apocalípticos, que es un gran texto dirigido a algunas de las modas que hoy angustian innecesariamente a millones de personas.

Desde el inicio del libro aclara su posición: está convencido del daño que producimos al planeta con nuestros excesos, de la necesidad de tratar con dignidad a los animales, y de la importancia de entender la posición de otras personas. Sin embargo, precisamente por este último elemento, Zamora se define como un relativista moral. No en el sentido del relativismo cultural tan famoso desde hace unos años, sino, en sus palabras, entendiendo que “la única actitud racional ante un debate que se refiere a asuntos dominados por la incertidumbre y la complejidad es no aferrarnos con demasiada vehemencia a nuestras convicciones morales”. Porque estos temas, más allá de datos y evidencias, suelen discutirse precisamente en términos morales, y la moralidad no existe en la realidad, sino en nosotros.

El libro se dirige a las posiciones extremas que son hoy populares en tres temas: ecologismo, animalismo y posthumanismo. En los tres casos, como decía, Zamora toma una posición lo más racional posible, tanto en lo que tiene que ver con el uso de datos y evidencias, como en su misma definición relativista. Hay muchas cosas que ignoramos acerca del clima, por ejemplo, como para tomar decisiones que impliquen costos elevadísimos en el presente. No hay duda de que la temperatura global ha subido, ni de que en gran medida eso se debe al consumo excesivo de combustibles fósiles. Sin embargo, de ahí no sigue que debamos detener la economía completa y regresar a la vida previa a esos combustibles. En principio, porque sería imposible mantener con vida a los 8 mil millones de seres humanos que hoy habitan el planeta.

Zamora toma la misma posición, relativista, al referirse al animalismo, que propone que dejemos de considerarnos una especie diferente, ‘especial’, y tratemos a otros animales de la misma forma que nos tratamos. Creo que habrá pocas personas que crean que los animales deben ser tratados con crueldad, pero de ahí no se llega a la necesidad de considerarlos como personas. Y la razón es que esa idea es humana, es un invento que hemos reflejado en leyes, que seguirían siendo humanas aunque se aplicasen a perros, caballos o lagartos.

Finalmente, Zamora se enfoca en las nuevas ideas acerca del futuro, del transhumanismo (poco) y del posthumanismo (más). Revisa con detalle las posturas de varias estudiosas (son en su mayoría mujeres) y, como en los dos temas previos, insiste en que debemos mantener una posición flexible acerca de lo que no entendemos bien. En esta parte incluye un capítulo para referirse a la moda más reciente, y perniciosa, de las identidades y el derecho a no pensar, a cancelar todo aquello que obliga a poner en duda las convicciones propias. Propone que consideremos estos derechos (de enésima generación) los derechos L’Oreal, “porque lo valgo”.

Mencioné al inicio la condición de novelista de Zamora porque es un deleite leerlo. A diferencia de otros textos de orientación académica, o sobre estos temas tan polémicos, Contra apocalípticos se lee fácil, se disfruta, y ayuda mucho a pensar en serio estos temas que estarán con nosotros las próximas décadas. Hay que entenderlos, hay que resolver lo que se puede, y hay que mantener esa posición flexible, no despreocupada, frente a asuntos que no entendemos a cabalidad.