AÑOS PERDIDOS 

En estos días tendremos un alud de información económica que puede llevar a confusiones si no se analiza con algo de cuidado. Por ejemplo, hoy mismo conocerá usted el IGAE a noviembre, que permitirá calibrar el indicador oportuno publicado hace unos días. El viernes se publicará el PIB oportuno al cierre de 2020. Por si fuese poco, hoy salen datos iniciales del censo de población 2020, y el miércoles información acerca de mortalidad durante el año, que será de suma importancia en la evaluación de lo que se ha hecho acerca de la pandemia. Mucha información, pues.

Conviene iniciar con lo que ya conocemos, que es el mercado laboral. En diciembre, 52.8 millones de mexicanos tuvieron ocupación. En marzo, eran 55.8 millones. Es decir, al cierre del año hubo una pérdida de 3 millones de empleos, comparado con el momento previo a la pandemia. Esto significa una contracción de -5 por ciento en el empleo, considerando tanto formales como informales. Ya sabe usted que en los asegurados al IMSS, que representan una gran mayoría del empleo formal, la contracción anual fue de casi 648 mil empleos, prácticamente todos ellos perdidos en empresas de entre 50 y mil trabajadores.

Si comparamos el promedio anual, en 2020 hubo 51 millones de personas ocupadas, frente a 55 millones en 2019, lo que significa una pérdida, en el promedio, de 4 millones de empleos, -7 por ciento. Lo relevante de esta comparación es que, aun cuando para diciembre ha mejorado bastante el panorama, el boquete de abril y mayo no se puede olvidar. Dicho de otra manera, muchas personas que ya estaban trabajando en diciembre no lo hicieron en los meses más duros del confinamiento, y por lo tanto no tuvieron ingresos. Digamos entonces que la contracción, para efectos del bienestar de las personas, es esta última cifra.

Por otra parte, los empleos que hay al cierre de 2020 son menos buenos de los que existían antes de la pandemia. El único nivel de ingreso en el que no se pierden puestos de trabajo es para aquéllos que ganan menos de un salario mínimo. Comparando diciembre con marzo, la caída en ingresos es de -12 por ciento, medido en este indicador. Sin embargo, como sabemos, hubo un incremento importante en el salario mínimo al inicio del año, de forma que al comparar con 2019 la pérdida es menor. De cualquier forma, hay una reducción en ingreso real, que hay que sumar a la caída en empleos. Por eso la contracción que hemos tenido en el consumo durante el año.

El cálculo exacto de este indicador, la masa salarial, lo conoceremos cuando se libere la información de la ENOE al cuarto trimestre. Normalmente, Coneval lo publica de inmediato. Con base en ello, y en la información de inflación, se estima el impacto en pobreza. Al tercer trimestre, estimaban que 44.5 por ciento de los trabajadores tenía un ingreso insuficiente para adquirir la canasta alimentaria de referencia. En el tercer trimestre de 2019, ese porcentaje era de 38.5 por ciento. Es muy probable que haya una mejora en el cuarto trimestre, porque se recuperaron casi 2 millones de empleos, pero seguramente seguirá por encima de las mediciones de 2019. De hecho, todo indica que estamos más bien en niveles de 2016. En términos de empleos, el promedio de 2020 se ubicaría entre 2015 y 2016, mientras que los datos del cierre estarían entre 2016 y 2017. En cuanto al ingreso (según lo mide Coneval), estaríamos al nivel de 2017.

En suma, hablamos de la pérdida de entre tres y cuatro años en materia laboral. Urge imaginar formas de recuperarlos rápido.